miércoles, 3 de diciembre de 2008

LICANTROPÍA CONTEMPORÁNEA por Louis Aragon



[Poeta, novelista y ensayista francés, nacido en París en 1897. Después de sus primeros estudios en el Liceo Carnot , ingresó a la Universidad de Paris donde estudió Medicina. Gran amigo de Breton y de Soupoult, fundó con ellos la revista "Littérature" en 1919, liderando el movimiento dadaísta y surrealista. Su primera colección de poemas "Feu de joie" en 1920, hizo eco del propósito de los Dadaístas por oponerse a los valores tradicionales de las instituciones. Su adhesión al Partido Comunista en 1932 le hizo romper con Bretón y los surrealistas, para convertirse en un gran defensor del realismo socialista. Durante la guerra militó en la resistencia francesa contra el nazismo, sirvió en el frente como auxiliar médico y publicó su famoso poema "Liberté" en 1942. Su obra también encierra el amor por su esposa Elsa y la gran herida de no haber sido reconocido por su padre. Desde 1955, desengañado de sus ideales políticos, se dedicó por completo a la literatura, añorando el tiempo de su juventud surrealista. Falleció en Paris el 24 de diciembre de 1982.

Extraído de A media voz]



El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
como hacia las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto
La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos privados de sepultura
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores inexplicables
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas

Amo y soy amado Nada nos separa
Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí arrastro el manto fantasmal de las intenciones ocultas
Una cadena de perfeccionamientos del dolor moral
suena a mis pies espantosamente desdichados
Amo y nos amamos pero en medio de un naufragio
pero en la punta de un puñal y no puedo
no puedo soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos tus ojos amor mío desorbitados por todo lo que sea placer
Que me arranquen el corazón con tenazas
que terminen con mi cabeza que se despega
Bebo una leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al carbón de los pantanos
donde se marchita el Sphagnum al que tomo por mi imagen en los espejos
Yo amo Yo te amo pero
en la cala de un barco en el instante de dar el salto Impaciencia
Innoble impaciencia de saber si eso podrá soportarse

Es probable que todos me juzguen un criminal
guiándose sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre que según los diarios de la mañana decapitó a su amante
mientras dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había asesinado en el cuarto después
en el sótano primero con un cuchillo luego con una sierra
separó la cabeza adorable para poner
el cuerpo en una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en el juzgado
No somos acaso parecidos a las palmas
que crecen unidas florecen y fructifican
para dar una imagen del amor perfecto
El otoño llega con las manos llenas de ilusiones resplandecientes
Qué crimen es ese que me hace sollozar
Mirad mi amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis probar La coartada verde como una floresta
Se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja una mancha de sangre

Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer torrente de un diluvio
a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de Pavía
cuando me apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de los primeros efectos del mal
los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron tomarme por lobo furioso
a causa de mi piel humana y Santos Tomases
eternos de la ciencia experimental
cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre pellejo y carne
con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para verificar mis melancólicas afirmaciones
no me tocaron la cara
espantados por la atroz poesía de mis rasgos

Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente
no tuviera bastante con las heridas de los vivos
Dadme el lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el vocabulario último de los guillotinados
La existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo que hacen reventar a cada instante
el harakiri sin fin Me enfurezco
al ver la calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso quiero sacar de las fosas hipócritas
a los fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas
quiero desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos esqueletos conservan las posturas del terror
que se adaptan maravillosamente a estos días que corren

Decía precisamente mi vecina que hay
gentes que se tiran al agua
Si soy una bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear sería muy fácil acabar con todo
amor mío amor mío oyes esta blasfemia
No es la palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre
Se ha logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el cobayo que soy
sobre el cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en dos puertas
el amor la muerte
y unos hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca notaste que mis besos se parecían a las palabras sacrílegas
que son todo lo que queda por decir a los esclavos descuartizados
Cómo nunca notaste que te amo en el instante mismo en me matan
que es siempre la última vez que gozo abominablemente en tus brazos
Tus brazos tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo más terrible

Todo tendrá que acabar de modo salvaje
Yo te perteneceré haré arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo mataré fríamente
amor mío
durante su sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos días que pasamos juntos amor mío.

De Persécuté Persécuteur

Versión de Aldo Pellegrini

"Visteria" por Rafal Olbinski

lunes, 1 de diciembre de 2008

ROMPECABEZAS


El viento baraja las tapias
y transforma a los transeúntes
en puertas giratorias
Las fábricas
                      intercambian sus chimeneas
como si de sombreros se tratara
En este suburbio el domingo
se extravía
                    por las buhardillas
Entre ambos extremos del puente
el sol
          se tiende como en una hamaca
Si un pájaro dobla una esquina
el paisaje se descabalará
como un rompecabezas



"Figura cubista" de Albert Gleizes

martes, 25 de noviembre de 2008

CONJUNCIÓN ABISMO por Rafael Lasso de la Vega


[Poeta español, nacido en Sevilla el 28 de febrero de 1890. Perteneciente a una familia aristocrática, heredó el título de Marqués de Villanova. Desde muy temprana edad sintió un poderoso interés hacia el mundo de los saberes humanísticos y la creación literaria, al tiempo que hacía gala de un talante bohemio y liberal que no encajaba demasiado bien con la severidad tradicionalista que se vivía en su entorno familiar. A los dieciocho años de edad abandó su domicilio sevillano para trasladarse a Madrid, publicando sus primeros poemas en Los Lunes del Imparcial, y en otros muchos periódicos y revistas. Entró así a formar parte de los principales foros artísticos y culturales de la capital de España, en los que fue saludado con grandes elogios su primer poemario, publicado bajo el título de Rimas de silencio y soledad (1910). En la misma estela del modernismo tardío cabe situar la segunda entrega poética de Rafael Lasso de la Vega, titulada Las coronas del mirto (1914), y las siguientes: Brevario sentimental (1914), Prestigios (1916), Las natividades (1917), Presencias (1918) y El corazón iluminado y otros poemas (1919). A finales de la segunda década del siglo XX el marqués de Vilanova colaboró asiduamente con la revista sevillana Grecia, a la sazón erigida en el principal cauce de expresión del grupo Ultra. El propio Rafael Lasso de la Vega abandonó su antigua y trasnochada estética modernista para dejarse impregnar por la nueva corriente ultraísta, tanto en los poemas que envío a dicha publicación como en los que fueron configurando sus nuevos poemarios. Un buen ejemplo de los efectos de la estética ultraísta es la obra lírica Aviones, publicado en la mencionada revista Grecia. Los principales libros de poemas de Lasso de la Vega enmarcados en esta peculiar manifestación de la vanguardia literaria europea son Galería de espejos (1919) y Creacionismo (1920). El resto de su producción poética consta de los títulos siguientes: Estampa de Navidad (1923), Pasaje de la poesía (1936), Sagitario en la torre (1936), Arte menor (1936), Constancias (1941), El poeta desaparecido (1940) y Oaristes (1940). Como su mejor poema ultraísta, Rafael Lasso de la Vega murió en 1959 en la puerta giratoria del Ateneo de Sevilla, fulminado por un ataque al corazón.

Extraído de El poder de la palabra ]


La esquina solitaria otras veces
nadie había visto atención clínica de urgencia
se necesitan aprendizas
la puertecilla de cristales de colores con luz dentro gira sola
y el farol rojo ante los anuncios pegados a la pared
en el gran silencio de mil orejas y en la soledad reducida
que mira estrechamente desde un millón de ojos
abierto toda la noche
se llama el paravant y es sabido
cosas misteriosas habrán pasado por aquí
horribles sombras palabras en la oscuridad pasos incertidumbres
y tal vez nada a la luz de los reverberos de un diente
porque la noche se desploma desde los desvanes allá arriba
entre chimeneas que se pasean en grupos
cogidas de las manos con sus sombreros de copa
llevan todas las llaves todas las campanillas todas las ventanas
y el viejo pequeño bar de la callejuela sonámbula
las fanfarrias de otras horas risueñas
y el siglo pasado
también los licores y las casas de vecindad y los music-halls
las puertas traseras de los teatros y el maquillage*
todo de aquí a un momento no es prudente
lámpara discreta en el interior curiosidad paraguas mojados señoras y señores
bien entendido
a mano derecha señorita mecanógrafa
peluquería imprenta hace bastante frío
las piezas del ajedrez ahora
suena cló cló el canalón de diciembre
conversación ocurrencias el humo de la pipa
o el piano mecánico a estas horas con todas las revistas
y un bello rostro conocido hasta el día siguiente


Óleo de Olga Rozanova.

martes, 14 de octubre de 2008

HERMÉTICAMENTE ABIERTA por Gherasim luca

[Gherasim Luca (Bucarest, 1913-París, 1994) se educó en un ambiente liberal judío, inmerso en la lengua francesa –para él la referencia literaria, al igual que para su paisano Tristan Tzara–, pero dentro de la órbita cultural de Berlín y Viena, como tantos otros intelectuales centroeuropeos.De la mano de su amigo Dolfi Trost se sumerge en el psicoanálisis, colabora en distintas publicaciones «frénétiques» y se pone en contacto con André Breton, Wifredo Lam y los surrealistas parisinos.

Después de la guerra y antes de la llegada del comunismo, funda un movimiento surrealista interdisciplinar y adopta de manera definitiva el francés como idioma de creación. En 1952 se instala en París.

Sus poemas, dibujos o collages («cubomanías») los publica la revista Phases . Elabora libros-objeto –en colaboración con Jacques Hérold, Max Ernst, Piotr Kowalski–, objetos casi mágicos a los que acompaña grabaciones con su voz. A lo que hay que añadir sus puestas en escena y lecturas públicas, desde Ámsterdam a Nueva York, todavía recordadas.

Sus investigaciones sobre la lengua, con sus efectos de tartamudeo, fueron descritas por Gilles Deleuze, que dijo de Luca que era el mejor poeta francés del siglo xx, y tuvo que reconocer que éste fue el primero en enunciar la teoría del Anti-edipo, que después él desarrollaría.

En su soledad, en la búsqueda de una base sólida, a Luca le perturba el ascenso del antisemitismo y se arroja al río Sena.

Extraído de: http://www.gruposurrealistademadrid.org/node/125]





El amor el torrente el vacìo la silla
la silla vacìa
la silla torrencial y vacìa suspendida en el metavacío
la metasilla está
suspendida en la cuerda torrencial del metavacío
la metacuerda aprieta y
absorve el metacuello torrencial
de aquello que está suspendido por la
cuerda
del cuello de la mujer
del cuello tenue y flotante de su
metamujer
vacía torrencial y sentada
la metamujer torrencial está
sentada en la silla
sentada en el vacío de su silla
ella metaflota
perpetuamente en el metavacío absoluto
de mis deeos absolutamente
torrenciales
absolutamente meteórica y sustancial
la metacabeza de la
metamujer sustancial y meteórica
surge como una flecha
entre el
metamuslo de mis sueños y el metadiente de mis deseos
flecha mordedora y
rápida
que se apoya ligeramente inclinada
en el respaldo de la metasilla
de mis sueños y deseos
siempre sentada siempre imprevisible y absolutamente
fulgurante
la metamujer flota y metaflota siepre en el vacío
con su
pequeña metamalla visible por la trasparencia
que arde en el interior
torrencial de su cabeza
mientras que muy cerca a la incandecencia de su
cabeza
un poco encima de su gran cabellera meteórica
pasa como una nube
nube proveniente de la evaporación instantánea de
de sus vastos
torrentes mentales
la gran tortuga metafísica
la famosa tortuga de la
metatortura eterna
que amenaza con su pesadez gris torturadora y metafísica
el hermoso físico carnal de la metamujer
concretamente sentada sobre su
metasilla volante
volante flotante y sentada a su vez
sobre la silla
sostenida voluptuosamente por los pies de mis sentidos
por mis cinco
sentidos por las mil garras
y por las mil patas de la metasensualidad
apasionada
tumultuosamente surgida en el metasudor
en la metasustancia
infinita de mis sentidos
absolutamente sustanciales
los ojos bellos los
bellos senos las bellas nalgas metafísicas
de la metamujer absolutamente
sustancial
sustancial torrencial y meteórica
infringen el más allá
torturador
de la metafísica sin física
infringen y anulan la gran nada
metafísica
pues siempre sentada en la metasilla meteórica
de mis
deseos meteóricos infinitos y torrenciales
la metamujer abre a la mujer
ella abre y descubre su carne translúcida
sus entrañas trascendentes su
cabellera transmisible
eruptiva devoradora y durmiente
su corazón
traspasado por las balas transparentes
de mis caricias
angustiadas
su suave metavulva
su negra metaboca
el trasplante inocente de la flor de su boca
en las tierras aéreas de mis muslos
la transmigración de la boca de su alma
hacia los muslos de mi aliento
los traslados insólitos
las transfusiones insondables
la transmutación gigantesca de todos los metametales
amantes
meteóricos torrenciales metameteóricos y
sustanciales
la transmutación gigantesca perpétua y triunfante de la leche
materna
en lava meteórica en metavacío sustancial
en esperma en esperma y en metaesperma universal
en esperma del diamante
en esperma de tu corazón
en esperma negro de la metalujuria absoluta
absolutamente lujuriosa y absolutamente absoluta.


Extraído de Héros- límite



Collage de Gherasim Luca

viernes, 3 de octubre de 2008

DOS POEMAS DE LUIS CERNUDA


[Poeta español, uno de los más destacados de la generación del 27. Nació en Sevilla, hijo de un padre militar, y se educó en un ambiente de rígidos e intransigentes principios. Empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla y allí conoció a Pedro Salinas, que fue su profesor. En los años veinte se traslada a Madrid, donde entra en contacto con los ambientes literarios de lo que luego se llamará Generación del 27. Pasa un año como lector de español en la Universidad de Toulouse. Al proclamarse la República, la recibe con ilusión, y siempre se mostrará dispuesto a colaborar con todo lo que fuera buscar una España más tolerante, liberal y culta. Durante la Guerra Civil participó en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, y en 1938 fue a dar unas conferencias a Inglaterra, de donde ya no regresó a España, iniciando un triste exilio: Inglaterra, Escocia y, desde 1952, México. Su primera obra, Perfil del aire (1927), estaba en la línea de la poesía pura. De su estancia en Francia surgió Un río, un amor (1929), influido por el surrealismo. Donde habite el olvido (1934) es un libro desgarrador por la sinceridad con la que aborda el fracaso amoroso. Desde 1936 agrupa toda la poesía que va produciendo bajo el título La realidad y el deseo, al que va añadiendo poemas. En el exilio publicó Las nubes (1940), Con las horas contadas (1950-1956) y Desolación de la quimera (1962). También escribió interesantes ensayos literarios y colaboró en revistas y periódicos mexicanos como Excélsior o Novedades. Murió en la ciudad de México.


(Extraído de El poder de la palabra)

De Cernuda he seleccionado dos poemas. El primero es de su época surrealista/neorromántica y el segundo es posterior y tiene un tono más realista y conversacional. Este segundo poema lo pongo a petición de un amigo]


LOS MARINEROS SON LAS LAS DEL AMOR

Los marineros son las alas del amor,
son los espejos del amor,
el mar les acompaña,
y sus ojos son rubios lo mismo que el amor
rubio es también, igual que son sus ojos.

La alegría vivaz que vierten en las venas
rubia es también,
idéntica a la piel que asoman;
no les dejéis marchar porque sonríen
como la libertad sonríe,
luz cegadora erguida sobre el mar.

Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.

Cernuda en la playa de Ayamonte (Huelva) en 1934.

BIRDS IN THE NIGHT

El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida
En esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,
Adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,
Vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,
Durante algunas breves semanas tormentosas.
Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,
Todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.

La casa es triste y pobre, como el barrio,
Con la tristeza sórdida que va con lo que es pobre,
No la tristeza funeral de lo que es rico sin espíritu.
Cuando la tarde cae, como en el tiempo de ellos,
Sobre su acera, húmedo y gris el aire, un organillo
Suena, y los vecinos, de vuelta del trabajo,
Bailan unos, los jóvenes, los otros van a la taberna.

Corta fue la amistad singular de Verlaine el borracho
Y de Rimbaud el golfo, querellándose largamente.
Mas podemos pensar que acaso un buen instante
Hubo para los dos, al menos si recordaba cada uno
Que dejaron atrás la madre inaguantable y la aburrida esposa.
Pero la libertad no es de este mundo, y los libertos,
En ruptura con todo, tuvieron que pagarla a precio alto.

Sí, estuvieron ahí, la lápida lo dice, tras el muro,
Presos de su destino: la amistad imposible, la amargura
De la separación, el escándalo luego; y para éste
El proceso, la cárcel por dos años, gracias a sus costumbres
Que sociedad y ley condenan, hoy al menos; para aquél a solas
Errar desde un rincón a otro de la tierra,
Huyendo a nuestro mundo y su progreso renombrado.

El silencio del uno y la locuacidad banal del otro
Se compensaron. Rimbaud rechazó la mano que oprimía
Su vida; Verlaine la besa, aceptando su castigo.
Uno arrastra en el cinto el oro que ha ganado; el otro
Lo malgasta en ajenjo y mujerzuelas. Pero ambos
En entredicho siempre de las autoridades, de la gente
Que con trabajo ajeno se enriquece y triunfa.

Entonces hasta la negra prostituta tenía derecho de insultarles;
Hoy, como el tiempo ha pasado, como pasa en el mundo,
Vida al margen de todo, sodomía, borrachera, versos escarnecidos,
Ya no importan en ellos, y Francia usa de ambos nombres y ambas obras
Para mayor gloria de Francia y su arte lógico.
Sus actos y sus pasos se investigan, dando al público
Detalles íntimos de sus vidas. Nadie se asusta ahora, ni protesta.

«¿Verlaine? Vaya, amigo mío, un sátiro, un verdadero sátiro.
Cuando de la mujer se trata; bien normal era el hombre,
Igual que usted y que yo. ¿Rimbaud? Católico sincero, como está demostrado.»
Y se recitan trozos del «Barco Ebrio» y del soneto a las «Vocales».
Mas de Verlaine no se recita nada, porque no está de moda
Como el otro, del que se lanzan textos falsos en edición de lujo;
Poetas mozos de todos los países hablan mucho de él en sus provincias.

¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?
Ojala nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable
Para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,
Como Rimbaud y Verlaine. Pero el silencio allá no evita
Acá la farsa elogiosa repugnante. Alguna vez deseó uno
Que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela.
Tal vez exageraba: si fuera sólo una cucaracha, y aplastarla.

Caricatura de Rimbaud y Verlaine por Félix Régamey

martes, 23 de septiembre de 2008

LA BLANCA NIEVE por Guillaume Apollinaire


[Poeta, novelista y ensayista francés, que nació en Roma y estudió en el liceo Saint-Charles, de Mónaco. Editó unas cuantas pequeñas revistas de poesía, en las que empezó a publicar sus primeras obras. Entre ellas destaca Les Soirées de Paris (1913-1918). Debido a sus intentos por sintetizar la poesía y las artes visuales, Apollinaire ejerció una importante influencia tanto en la poesía como en el desarrollo del arte modernos. Los pintores cubistas (1913) es un documento decisivo al respecto; otras obras suyas en prosa incluyen la novela simbólica El poeta asesinado (1916), basada parcialmente en sus experiencias como soldado en la I Guerra Mundial, y el drama Los pechos de Tiresias (escrito en 1903; pub. en 1918). Se considera que con esta última obra Apollinaire introdujo el surrealismo, y de hecho pasa por ser el primero que utilizó ese término. Su reputación se basa sobre todo en sus dos volúmenes de poesía, Alcoholes (1913), considerada su obra maestra, y Caligramas (1918). Sus versos se caracterizan por la ausencia de puntuación y las experimentaciones formales con una tipografía de carácter pictórico muy característica suya.


(Extraído de El poder de la palabra)]


Los ángeles los ángeles en el cielo
Uno vestido de oficial
Uno vestido de cocinero
Y los otros cantan

Hermoso oficial de celeste color
Mucho después de Navidad la suave primavera
Con un hermoso sol te ha de condecorar
Con un hermoso sol

Despluma los gansos el cocinero
¡Ah! Cae nieve
Cae y por qué no tengo
Entre mis brazos a mi bienamada


El sueño por Picasso

viernes, 19 de septiembre de 2008

ANTARES por Maurice Blanchard


[Maurice Blanchard(1890-1960), poeta y aviador francés, escribía desde los 8 años pero cuando descubrió el surrealismo su poesía cambió radicalmente. A partir de ahí produjo algunos de los poemas en prosa más bellos de las letras francesas. Sólo fue surrealista en su lenguaje poético pues nunca militó en el movimiento iniciado por Breton. De carácter solitario, no tuvo ningún afán de notoriedad literaria, de hecho jamás mandó escritos suyos a editoriales o revistas. Tampoco se daba mucha prisa en publicar: cuando su primer libro (Malebolge) vio la luz, Blanchard tenía 44 años. Todo un ejemplo a seguir, antítesis de las actitudes exhibicionistas que pueblan el yerto parnasillo actual.]



Inmenso es el corazón del Escorpión. Allí está en su prisión, encadenado al dardo y al veneno. Allí está en esta arena inflamada, junto a la sed del desierto, en su mano de sílex para las caídas del abismo.

Allí está con sus troneras y buhardas, para la vida y para la muerte, para la lluvia y el buen tiempo. ¡Qué inmenso era entonces el deseo!

Pero veamos, ¿dónde me encuentro exactamente? ¿En el deseo o en el desierto? ¿Estoy en la humareda de la noche de junio? ¿Estoy en una selva en marcha? ¿Estoy en la caldera del cielo que hierve sus serpientes entrelazadas en el abismo del horizonte?

El Escorpión zozobró en el furor y creo que nadie, aquí, podría ordenar sus cordajes después de semejante tempestad, y además habría que saber si estaba el deseo en mi sangre o era mi sangre la que estaba en el deseo.


El brillo de Antares, el corazón del escorpión.

jueves, 18 de septiembre de 2008

MARINA por Jean Arthur Rimbaud


[Rimbaud, el poeta niño, el poeta maldito, el precursor de las vanguardias poéticas del siglo XX no necesita mucha presentación. He seleccionado uno de pocos textos de las Iluminaciones escritos en verso; en él convergen dos realidades alejadas (el bosque y el mar) produciendo en el lector ese típico "extrañamiento" de la poesía cubista o surrealista. Sencillamente sublime.]

Los carros de plata y de cobre -
Las proas de acero y de plata -
Baten la espuma, -
Levantan las raíces de las zarzas.
Las corrientes de la landa,
Y los surcos inmensos del reflujo,
Se pierden circularmente hacia el este,
Hacia los pilares del bosque, -
Hacia los troncos del embarcadero,
Cuya esquina golpean torbellinos de luz.



Rimbaud en Harar (Etiopía)

lunes, 15 de septiembre de 2008

LA MÁQUINA DE TEJER NOCHES


La ciudad prófuga
la ciudad tallada por navajas automáticas
la ciudad en la víspera del crimen del siglo
es un grito momificado
un relámpago negro
un disparo en la niebla
un cadáver
al que han robado los zapatos
una botella rota
Las voces caminan por el alambre
de las veladas consumidas entre cigarrillo y cigarrillo
noches de desafinados ángeles
y violetas anémicas
Los pasos caen al foso
donde dormita el tigre de las pesadillas giratorias
las ratas roen una luna con vestido de novia
Crece una marea de espuma
de cerveza
y sobre los muros de contención
las sombras de las estatuas mendigan sonámbulas
Alguien abre una puerta a lo infinito
y nuestro rostro iluminado por la tormenta se refleja
de charco en charco
hasta donde nunca llegarán los tranvías nocturnos
cae una lluvia vagabunda
una lluvia que bendice los mármoles
una lluvia de acordes mutilados
y tras la lluvia
unas manos de mujer ponen a secar las estrellas
en la rama más alta del insomnio
Buenas noches
viento coloreado
por el sudor de las tabernas
La proa de la astronomía irrumpe en los áticos
donde la rosa de los gasóleos se contonea
como una stripper
El río circula sin faros
por las arterias de los bebedores de keroseno
Tres peldaños para la medianoche
tres balas
y un ojo de cristal
en el escritorio del cronista del absurdo
Tres promesas rotas y un anillo de falso rubí
Una hoja arrancada del calendario
con la que se ha limpiado un revólver
rueda por los andenes de un suburbio al que todos llaman
demencia
En este laberinto
es importante no perder el hilo
de cometa de la máquina de tejer noches


Escena de una calle de Berlín por Ernst Ludwig Kirchner


Creative Commons License
La máquina de tejer noches by Sorrow is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.

domingo, 14 de septiembre de 2008

CARTA DE AMOR por César Moro

[Seudónimo de Alfredo Quíspez Asín, poeta y pintor peruano nacido en Lima en 1903. En 1925 viajó a París donde se adhirió al movimiento de André Breton, participando activamente en la publicación Surréalisme au Service de la Révolution. Su actitud vanguardista, tanto en el arte como en la literatura, lo convirtió en uno de los voceros más relevantes del surrealismo hispanoamericano. Regresó a Lima en 1933 y cuatro años más tarde se radicó en México donde vivió la etapa más productiva de su carrera. Con Emilio A. Westphalen editó la revista literaria El uso de la palabra. En 1944, se apartó públicamente del surrealismo ortodoxo y volvió a Lima en 1948, haciendo amistad con el francés André Coyné, quien se convirtió en su albacea, publicando sus obras después de la muerte del poeta ocurrida en 1956. Entre sus libros se destacan «Le château de grisou» 1943, «Lettre d'amour» 1944, «Trafalgar Square» 1954, «Amour á mort» 1957, «La tortuga ecuestre» y «Los anteojos de azufre» en 1958.

(Extraído de A media voz)]


Pienso en las holoturias angustiosas que a menudo nos circundaban al acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
ardían en la noche
con una luz azul y centelleante

Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las montañas supremas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las estrellas
en cada ojo

¿No era tu sonrisa el bosque retumbante de mi infancia no eras tú el manantial
la piedra desde hace siglos escogida para recostar mi cabeza?
Pienso tu rostro
inmóvil brasa de donde parten la vía láctea
y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una lámpara bellísima balanceada sobre el mar

Intratable cuando te recuerdo la voz humana me es odiosa
siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde brillas con negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es débil para expresar la vasta ululación de lo negro sobre negro resplandeciendo ardientemente

No olvidaré nunca
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que cada hora me encuentra

No despertaré más
No resistiré ya el asalto de las inmensas olas
que vienen del paisaje dichoso que tú habitas
Afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre aquella tabla tan alto colocada y de donde se cae de golpe

Yerto bajo el terror de sueños sucesivos agitado en el viento
de años de ensueño
advertido de lo que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos abandonados
en el lugar y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del objetivo único
pongo toda mi destreza en deletrear
aquel nombre adorado
siguiendo sus transformaciones alucinantes
Así una espada atraviesa de parte a parte una bestia
o bien una paloma cae ensangrentada a mis pies
convertidos en roca de coral soporte de despojos
de aves carnívoras

Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del inefable espectáculo
indescriptible
Un hilo de agua que danza ante el telón de terciopelo rojo
frente a las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de hojas vivaces de plata corrosiva
No se contenta ya con aplaudir se aúlla
mil familias momificadas vuelven innoble el paso de una ardilla

Decoración amada donde veía equilibrarse una lluvia fina
En rápida carrera hacia el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba hacer llegar al rey sus quejas
así de par en par abro la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas que inunden mi rostro
que borren la tinta indeleble
el horror del sueño
a través de patios abandonados a las pálidas vegetaciones maniáticas

En vano pido la sed al fuego
en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
exhaustos
ante el paisaje que retuerce la tempestad


México, diciembre de 1942.
Traducción del francés de Emilio Adolfo Westphalen.



"Oiseau" por César Moro

sábado, 13 de septiembre de 2008

CARTA-OCÉANO por Alberto Rojas Jiménez


[Alberto Rojas Jiménez (*Valparaíso 21 de julio de 1900 – †Santiago de Chile 25 de mayo de 1934) poeta, periodista y cronista chileno. Hijo de Alberto Rojas Guajardo y Elena Jiménez Labarca. Sus estudios básicos los realizó en el Internado Nacional Barros Arana y posteriormente continuó en la Escuela de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad de Chile. Colaboró como cronista con la revista Zig-Zag con el seudónimo de Pierre Lhéry, y con el diario La Nación de Santiago Chile y El Correo de Valdivia. Fue integrante de la Generación Literaria de 1920 junto a Pablo Neruda y Rubén Azócar. En 1921 junto al poeta Martín Bunster publicó el “Primer Manifiesto Agú” en la revista Claridad, considerado unos de los primeros hitos de la vanguardia poética chilena. En 1922, en Valparaíso, salió a la circulación el volante Antena, conocido también como "Hoja vanguardista Nº 1" , o Rosa Náutica, firmado entre otros por los poetas: Alberto Rojas Jiménez, Martín Bunster, Neftalí Agrella, Julio Walton y Rafael Yépez. Fue un dibujante destacado influido por Marc Chagall, Asimismo se desempeñó como director del periódico Claridad y fue articulista de la Revista Atenea donde plasmó sus percepciones sobre la vanguardia de comienzos del siglo XX. Viajó a París en 1923 acompañado del pintor Abelardo Bustamante Paschin. Ahí, en esa estancia y en conjunto con el poeta Manuel Magallanes Moure hicieron: de caricaturistas en Montparnasse. En su libro Chilenos en París publicado en abril de 1930, su única obra editada en vida, relata, en una serie de crónicas, la vida personajes chilenos célebres, tales como: Vicente Huidobro, Julio Ortiz de Zárate, Óscar Fabres, Abelardo Bustamante Paschín, Rafael Silva. Neruda lo inmortalizó en el poema "Alberto Rojas Jiménez viene volando".

(Extraído de Wikipedia)]


Hombre del mundo,
ancló en mis ojos la tristeza,
tarde de las tardes, en la tarde de América.

Soledad de la infancia
ardida al fondo amarillo de los pueblos.
En aquel tiempo morían mis parientes.
Eran negras las persianas que atraían el día
y opaca la voz de mi madre recordando las cosas.

Yo era el poeta vestido de niño,
en el año triste en que los niños rompen las flores.
Ningún hombre me dijo nunca que debía cantar.
Corría la luna por detrás de las nubes.
El sol quemaba los frutos y el lomo de los cerros.
Mis manos buscaban luciérnagas
en la sombría humedad del invierno.

Primera canción de las palabras torpes,
simple como el agua, yo no sabía jugar.
Miedoso de la lluvia, orador silencioso,
hallé mi primer amigo al fondo de un espejo.

Una mano invisible apagaba los veranos.
Ellos, los hombres tímidos, elegancia del pueblo,
esperaban la novia a la puerta de la iglesia.
Todo cayó de golpe.
Varió el nombre de los periódicos.
Alguien decía que había nuevos edificios.
Aprendió mi memoria el curso de los trenes
y supe que las viejas mujeres de mi país
guardaban sus monedas en la esquina de un pañuelo.
Todo cayó de golpe, comenzaba la edad doliente.
En el viento múltiple,
en el viento que pierde la voz de los náufragos,
esparcí la hoguera rosada de los sueños.
Ahora, junto al Elba y es en Hamburgo,
animo en las palabras el collar de mis años.
Otoño del norte. Anclados en la bruma
son los edificios negros barcos sonámbulos.

Distante tierra mía, país de bosques en incendio!
En la noche extranjera que retiene mis pasos,
hombre de jersey, tiendo hacia ti las manos.

En aquel tiempo morían mis parientes.
Infancia de luto a la sombra de las lilas.
Jugaba mi hermana a la luz de las lámparas.
Siempre estaba a mi espalda
el retrato del padre asesinado.
Había un cerro, me acuerdo, sosteniendo una cruz.
Era el mes de mayo y hombres de rostro pintado
bailaban en torno castigando la tierra.
Un río corta el pueblo. Cada mañana traía
el cadáver de una doncella.
Infancia triste rayada de oraciones.
En la noche el galope de los caballos
amedrentaba mi sueño y el sol tardaba en llegar.
Hubo una vez un circo.
Una mujer verde se balanceaba en mi memoria
colgada de un trapecio.
Admiré los peches dorados en el agua de plata.
Lloraban los campanarios al caer de las tardes.
Hay un volantín dormido en el cielo de mi infancia.
Adolescencia acodada al marco de las ventanas,
comenzó por entonces la canción que hoy continúo.
Era la vieja historia del arcoiris y la palabra amor.

Vi cruzar sin asombro el primer aeroplano
y subí sobre mi casa para tomarlo en las manos.
Era la edad doliente del deseo y la espera.
Vestido de negro acompañé el primer funeral.
Entonces vieron mis ojos el retrato de los héroes
adornando las vidrieras de todas las farmacias.
La casa se llenó de convidados.
Escribí la primera carta.
Me llevaron hasta un puerto para mostrarme el mar.

Alumno sin talento, desgracia de las madres,
caían a mis pies pájaros de papel marchito.
Era la fuga del tiempo y yo tenía quince años.
Fui el adolescente de los cinematógrafos;
Lector incansable de las novelas tristes,
Decía a menudo: "Cansado…quiero irme…".
Guardaba en mi cartera el retrato de una niña.
Digo todo esto como si estuviera
sentado a mi mesa con un naipe en las manos.
Soy el mismo y entre tu sonrisa
y la sonrisa de aquélla levanto mis años.
Perdido, sediento, insatisfecho.
Extranjero enamorado de las cosas y su canto.

Te sumerges en el día, mi recuerdo te alcanza.
Un cisne de nieve se ahoga
en el remanso de tu alma.

Aquí estamos. Donde el sol no levanta.
Desvanece la sombra tu clara presencia.
Alta ciudad, vasta ciudad de la vida multánime.
Largas barcas de plata duermen sobre el Sena.
La mala estación acongoja los parques.
Sobre este muro en ruinas, alguien escribe la palabra desamparo.
Asoma la lluvia en la noche profunda
y un pájaro de hielo desciende hasta mis manos.

La multitud enreda tu nombre.
Es nuestra la calle más triste.
Hotel pobre, Vida tan pobre.
Delante de nosotros caen hojas amarillas.

Ah, mujer de pena, dulce mujer mía.
Aviones taciturnos nacen con el día,
y cada día nos trae una flor ya marchita.
Yo hice los viajes más alegres y los más tristes viajes.
Detrás de mis sueños está la América en flor.
Los marineros danzaban sobre el Mar Caribe.
Tocador solitario
era tu pena y no el viento inflando tu acordeón.

Hangar nocturno. Es entre tus paredes sombrías que mi corazón despierta.
Rayo, quemo las horas en la lumbre de mi cigarro.
Un vaso de vino ahoga toda explicación.

Tú mismo, el de entonces, ahora cruzas los bulevares
y el antiguo desaliento te amarra toda acción.

De allá abajo llegan las voces. Las cartas. El periódico de las noticias.
Pablo y Tomás robando a los nativos.
Una casa en abandono. También la revolución.

Aquí los hombres tienen un semblante de tiza.
El alma del invierno oculta los infantes.
Automóviles en delirio empujan el crepúsculo.
Y una luna cautiva blanquea las terrazas.

Es a la claridad de las lámparas que yo te amo, compañera de esta hora.

De nosotros huye la tarde.
Una palabra de pena baja de tus labios
al recordar las guitarras del país de Tarzán.

Ésta es nuestra calle. Hotel Nantes. Aquí te amo.
Eres alta. Hueles a manzanas.
Hay un cigarro muerto junto a la chimenea.
Encierras dentro de ti campanas de Stuttgart.

Todo lo he visto y los cementerios.
Voz desconsolada de las fotografías.
Cuántas veces solo frente a los andenes.
Cartas amarillas, abanico de tedio.
Desplegaba en la noche una mala noticia.
Era el insomnio y exprimía en mis versos
la vieja tristeza del poeta romántico.
Siempre estás conmigo y yo todo lo he visto.
Viejos árboles marcaban el limite.
Camino de palabras, hilo del telégrafo,
hilvanando los nombres de las capitales.
Viaje que el olvido conserva.
Trasmundo del espejo a su orilla me inclino.
Más abajo la calle y aquí en el aposento,
pálido, despeinado, escribo y me acompañas.
Es la hora del abandono y vigilas el beso.
Te he llamado en los bosques y a mi lado sonríes.
No recuerdes. Eran rojos los techos.
Árboles de humo. País que me ofrecías
tan sola y tan pobre entre tus hermanas.
Guardo del olvido, aparece en el sueño,
mi mujer pensativa sobre un puente de hierro.

Las revistas, el periódico, en el café lo he visto.
Todo estaba, aniversario y los negros caracteres.
Tu nombre mismo al pie de tu retrato,
mariposa dormida al borde de mi vaso.
Se iban las mandolinas y las estrellas estaban.
El bosque se apartaba en la fecha dichosa.
La mano doméstica extinguía la lámpara.
Noche de Walpurgis, Alemania del alma!.

Entre tus senos el lagarto verde.
No puedo explicar tus pies crepusculares,
amor inconcluso, alcancía de esperanzas,
mujer, vaso conteniendo el día,
vamos en el viaje sin objeto, inmóviles sin embargo.
Corren las diligencias y el humo de los trenes
envejece tu perfil, cae la frente entre mis manos.

Aprendiendo a contar, no es esto lo que quiero.
Aprendiendo a escribir, tampoco, es lo mismo.
Lengua extranjera, lago, poesía.
La montaña rosada que mi voz acaricia.
Siempre vuelvo hacia ti, razón de mi silencio.
En la larga velada el relato sin tregua.
Un nombre, una fecha y el cabello blanco,
al fin de los días deletreando mi canto.
Dame ese cuaderno, es la ebriedad sin límite.
Caminando encontrarás la geografía cerrada.
Después, el sombrero en el suelo, los vestidos marchitos,
entre el vino y el tabaco los amigos te esperan.
Olvido las historias, canción de las islas.
Todo estaba a tu lado, hechicera nocturna.
Levantabas la mano para detener el curso
de los astros fragantes como frutos maduros.
Aquella noche tu padre cantaba en la taberna.
Si hubiera que decir cómo te quise entonces!
Ibas por el bosque y en tu cabellera,
regalo del bosque, aprisionabas luciérnagas.
Guardaban tus ojos el secreto dichoso
y una palabra tuya libertaba los barcos.
Destruías el maleficio, cambiabas el rumbo del viento,
todo lo podías y te perdí por entonces.
Apoyado en mi fusil, centinela del alba,
atraía el silencio mientras tú te alejabas.
He visto después en los trenes que parten,
agitar el adiós que agitaban tus manos.

Si sólo tú volvieras de aquel tiempo disperso
trayéndome el nuevo rostro que has sacado del tiempo!.
Se cruzan sobre este lado del mundo las altas oscuras palmeras nocturnas.
Lago sombrío, allí se sumerge un barco cargado de rumores.
Lejos de ayer, lejos aún del día nuevo y repetido
todavía la esperanza, el deseo persistente.

En medio de la noche en que toda forma se ahoga,
lluvia impalpable y negra comprable sólo al olvido,
en mitad de la noche, lejos, tierra que sostiene tus pasos,
imágenes del cien, todo me viene, libro de estampas vivientes.
El río, sus árboles negros, tu palabra, su pasajero asilo.
La multitud que invade el crepúsculo, los trenes,
donde tú vas, presencia mía inapartable,
donde tú vas, silenciosa, ensimismada,
encima del tiempo que la distancia altera.

Mi recuerdo te alcanza frente a los días festivos
y en el alba que yergue sus puñales de ceniza.
Apareces en la hora de pobres esperanzas
o levanto tu imagen en la voz de los niños.
Lejos de ti, aún resido en tus ojos.
Agrupo allí la sombra que tu fatiga reclama.
Vigilo el silencio que ahuyentas con mi nombre
y es cierto que mis manos distantes e invisibles
crean, cada noche, un sol bajo tu lámpara.


Óleo de Edward Wadsworth

jueves, 11 de septiembre de 2008

EL CEREBRO DEL AGENTE DE POLICÍA por Alfred Jarry


[Dramaturgo y poeta francés, nacido en Laval. Destaca en la literatura por sus hilarantes obras de teatro y su estilo de vida disoluto y excéntrico. Su primera obra, Ubu rey (1896), la escribió cuando tenía 15 años y se interpretó por primera vez en el teatro de marionetas de Pierre Bonnard (1898), siendo una de sus voces la de la actriz Jovita Nadal. La obra la llevó a escena Firmin Gémier en 1896 y desde la noche del estreno se convirtió en una referencia clave para el surrealismo francés. En ella Jarry arremete contra la visión tradicional de la autoridad a través de la llegada al poder de un grotesco y pomposo rey, Ubu, y su esposa, Madre Ubu, que simbolizan la codicia, la ignorancia y las actitudes burguesas. Esta farsa, cuya presentación provocó un auténtico escándalo, está considerada como la primera obra del teatro del absurdo; realizó después dos secuelas sobre el mismo tema. Jarry escribió también poesía simbolista y una novela surrealista, El supermacho (1902).

[(Extraído de El poder de la palabra)]


Sin duda se recordará este reciente y lamentable asunto: al ser practicada la autopsia, se halló la caja craneana de un agente de policía vacía de todo rastro de cerebro y rellena, en cambio, de diarios viejos. La opinión pública se conmovió y asombró por lo que fue calificado de macabra mistificación. Estamos también dolorosamente conmovidos, pero de ninguna manera asombrados.

No vemos por qué se esperaba descubrir otra cosa que la que se ha descubierto efectivamente en el cráneo del agente de policía. La difusión de las noticias impresas es una de las glorias de este siglo de progreso; en todo caso, no queda duda de que esta mercadería es menos rara que la sustancia cerebral. ¿A quién de nosotros no le ha ocurrido infinitamente más a menudo tener en las manos un diario, viejo o del día, antes que una parcela, aunque fuera pequeña, de cerebro de agente de policía? Con mayor razón, sería ocioso exigir de esas oscuras y mal remuneradas víctimas del deber que, ante el primer requerimiento, puedan presentar un cerebro entero. Y, por otra parte, el hecho está allí: eran diarios.

El resultado de esta autopsia no dejará de provocar un saludable terror en el ánimo de los malhechores. De aquí en más, ¿cuál será el atracador o el bandido que vaya a arriesgarse a hacerse saltar la tapa de su propio cerebro por un adversario que, por su parte, se expone a un daño tan anodino como el que puede producir una aguja de ropavejero en un tacho de basuras? Quizás, a algunos demasiado escrupulosos pueda parecerles en cierta manera desleal recurrir a semejantes subterfugios para defender a la sociedad. Pero deberán reflexionar que tan noble función no conoce subterfugios.

Sería un deplorable abuso acusar a la Prefectura de Policía. No negamos a esta administración el derecho de munir de papel a sus agentes. Sabemos que nuestros padres marcharon contra el enemigo calzados con borceguíes también de papel y no ha de ser eso lo que nos impida clamar indomable y eternamente, si es necesario, por la Revancha. Pretendemos solamente examinar cuáles eran los diarios de que estaba confeccionado el cerebro del agente de policía.

Aquí se entristecen el moralista y hombre culto. ¡Ah!, eran La Gaudriole, el último número de Fin de Siécle y una cantidad de publicaciones algo más que frívolas algunas de ellas traídas dé Bélgica de contrabando.

He ahí algo que aclara ciertos actos de la policía, hasta hoy inexplicables, especialmente los que causaron la muerte de héroe de este asunto. Nuestro hombre quiso, si recordamos bien, detener por exceso de velocidad al conductor de un coche que se hallaba estacionado, y el cochero, queriendo corregir su infracción, sólo atinó, lógicamente, a hacer retroceder su coche. De allí la peligrosa caída del agente, que se hallaba detrás. No obstante, recobró sus fuerzas, luego de unos días de reposo, pero, al ser intimado a recobrar al mismo tiempo su puesto de servicio, murió repentinamente.

La responsabilidad de tales hechos atañe indudablemente a la incuria de la administración policial, que en adelante controle mejor la composición de los lóbulos cerebrales de sus agentes, que la verifique, si es menester, por trepanación, previa a todo nombramiento definitivo; que la pericia médico-legal sólo encuentre en sus cráneos... No digamos una colección de La Revue Blanche y de Le Cri de Paris, lo cual sería prematuro en una primera reforma; tampoco nuestras obras completas: a ello se opone nuestra natural modestia, tanto más que esos agentes, encargados de velar por el reposo de los ciudadanos, constituirían más bien un peligro público con la cabeza así rellenada. He aquí algunas de las obras recomendables en nuestra opinión para el uso; 1) El Código Penal, 2) Un plano de las calles de París, con la nomenclatura de los distritos, el cual coronaría el conjunto y representaría agradablemente, con su división geográfica, un simulacro de circunvoluciones cerebrales: se lo consultaría sin peligro para su portador por medio de una lupa, fijada luego de la trepanación; 3) un reducido número de tomos del gran diccionario de Policía, si nos arriesgamos a prejuzgar por su nombre: La Rousse, 4) y sobre todo, una rigurosa selección de opúsculos de los miembros más notorios de la Liga contra el abuso de tabaco.


Grafiti de Banksy

martes, 9 de septiembre de 2008

ODA A MARÍA ANA, PRIMER PREMIO DE AXILAS SIN DEPILAR DE 1930 por Agustin Espinosa


[Agustín Espinosa García (n. Puerto de la Cruz, Tenerife, 1897 - Realejo Alto, Tenerife, 1939) era un escritor español integrante del Grupo Surrealista de Tenerife. Está considerado como uno de los mejores representantes del surrealismo en Canarias, cuya obra Crimen (1934), publicada con hermosa cubierta de Óscar Domínguez, constituye la cima de la prosa en dicho estilo. Sus viajes por el territorio español y por París, su insaciable búsqueda y conocimiento de la novedad, prefiguran en él esa futura y casi genética aceptación del movimiento. Este texto, "un libro que no es precisamente novela, aunque lo parece", como dijera su autor es, junto a La flor de Californía de José María Hinojosa, la contribución más interesante de la prosa surrealista española al movimiento de André Breton.
Reivindica los sutiles encantos de la crueldad, lo perverso, el infierno, y asume sin asombro la ecuación amor igual a crimen: "Frente a todos los crímenes... ha permanecido mi crimen en su sitio propio de sensacional, único y gran asesinato pasional. De crimen tipo. De crimen de novela más que de crimen ocurrido", dice su personaje-ejecutor. Pero no hay un solo crimen en el texto. Hay numerosos asesinatos, múltiples humores negros, deformaciones monstruosas, violentas y aniquilantes conductas sexuales cuya traducción última es siempre la sangre, la maldición, o la tragedia. Tales asesinatos, de desbordante lucidez verbal, acentuada sintaxis vanguardista e inevitable y surreal semántica, es el feroz resultado de un crescendo romántico que deriva en esa sentencia unánime del "amour fou", cuyas consecuencias, en cierto modo, eran previsibles: "Usted únicamente, Gustavo Adolfo Bécquer, novio de todas las muertas bonitas. Ningún otro que usted ha podido ser el inspirador de ese crimen", acusa sin piedad nuestro protagonista, convencido de que todo clímax tiene un insensato y perturbado origen.

(Extraído de Wikipedia)]




Hablemos de María Ana y de sus axilas sin depilar.
Hablemos también del destino.
Agustín Espinosa, alcantarillero de sueños adversos.
Agustín Espinosa, coleccionador de azucenas innumerables.
Enamorados de María Ana.
Jinetes de su sexo único.
María Ana, vacilante entre los dos Agustines.
¿Habría de acabar la empresa quebrando amistades, como en las canciones antiguas: HE AQUÍ QUE ES TUYA LA ROSA, VENCEDOR?
Pero dejar 3.114 vellos resabidos, para inventar 489 + 489 vellos olvidados –para descubrirlos- era ya cosa de aventuras de ahora.
María Ana no había comprado nunca hojas Gillette.
María Ana tenía 489 vellos en el hoyo de cada una de sus axilas.
Y esto lo vieron coleccionador y alcantarillero.
Únicamente por sus vientos propios eran luego uno y otro gobernados.
*
Fue así.
Fue tras remontar el vientre sin una arruga de María Ana.
Antes que la gota de sudor que bebiera en su ombligo se secara del todo.

Y por huir de su pecho derecho.
Y tras saltar sobre su pecho izquierdo.
Cómo descubrí mi oasis del Oeste;
La axila derecha sin depilar de María Ana.
Cómo descubrí mi oasis del Este;
La axila izquierda sin depilar de María Ana.

Tengo aún en mi boca el cosquilleo de la radiosa axila que María Ana destapó, al levantar su brazo derecho, para celebrar el regocijo de podérseme dar en un bello erizo asustado.
Tengo aún en mis ojos el primer centelleo de la estrella negra que María Ana encendió, al levantar su brazo izquierdo, para celebrar el regocijo de podérseme dar en un bello erizo incendiado.
Con esencia de sudor de tus axilas, María Ana, se fabricará el perfume integral que arruinará a los actuales perfumistas del mundo y acabará con las futuras industrias perfumistas del submundo.
Con el hueco rosa y caoba de tus axilas sin depilar, María Ana, haré el nido blando donde mi lengua empolle sus horas más claras.
Cada vello, y aun cada fragmento de vello, de tus axilas, María Ana, sabe un vocabulario nuevo que enseñar a mi sexo casi analfabeto frente a la sabiduría de 489 vellos de cinco años.
Cada centésima, y aun cada milésima de centímetro cuadrado, de tus axilas, tendrá un recuerdo de mis dientes de aprendiz de mordedor de axilas sin depilar.
Por tu ejemplo, sólo, niña peluda, volverán a flotar rosas doradas o negras junto a los pechos blancos de las mujeres de mañana.
Por tu ejemplo sólo venderá la casa Gillette, en 1931, diez millones de hojas de afeitar menos, y podremos dialogar sobre las axilas de las girls y de las cocotas.
*
Tus axilas únicamente, María Ana.
No esperes nada de tus pechos, demasiado próximos, para eternizar a lo eternizante y verdadero.
No esperes nada de tus muslos, que el remate de la media negra hace más deseados.
No esperes nada de tus caderas de jaca de reyes.
No esperes nada de tu vientre, que aprendió su curva en una concha bastante rosada.
Ni de tu boca.
Ni de tu cabello.
Ni de tus piernas, siempre de luto voluntario.
Ni menos aún de tu sexo, que semeja una campana recién nacida.
Sólo tus axilas, María Ana, te han traído el epinicio primogénito y te traerán los epinicios futuros.
*
Al borde de tus dos fuentes negras se asomarán todos los nuevos hombres de Europa.
Beberán, únicamente, los que deban beber; los iniciados en la caricia indeclinable; los verdaderos catadores de axilas sin depilar.
Pare estos, manosearás picos de estrellas y lomos de nubes, María Ana. Despedirás amigos desde extremos de muelles y ventanillas de vagones, desde cubiertas de barcos o desde los bordes del andén.
Saludarás a la manera deportiva, que has aprendido en los campos de fútbol.
Cogerás nidos altos y descolgarás cuadros, estirando tu cuerpo en su estiraje más estirado.
En otros casos, bastará con acariciarte graciosamente las rodillas.





Máquina de coser electro-sexual (1934) por Óscar Domínguez

sábado, 6 de septiembre de 2008

LA VIDA ENMASCARADA por Roger Gilbert-Lecomte

[Roger Gilbert-Lecomte nació el 18 de mayo de 1907 en Reims, Francia. Fundó, junto con los poetas René Daumal, Roger Vailland y Josef Šíma, el grupo artístico “Le Grand Jeu” (El gran Juego), un grupo vinculado ideológicamente al surrealismo, al que originariamente se adscribieron pero del que luego fueron expulsados por su atracción por sus devaneos metafísicos. Experimentó con drogas para explorar las posibilidades artísticas del uso de los opiáceos intravenosos desde 1927 y sería adicto por el resto de su vida. Su muerte, ocurrida el 31 de diciembre de 1943, se debió una infección contraída por utilizar agujas hipodérmicas usadas.

Extraído de Plagio]

Gran estatua de mujer de cera pálida y pesada
La estatua que da vueltas con lentitud siempre espantosa
Trompo girando en el aceite de dormir
Faro de ojos cerrados cuya faz de eclipses
Sólo proyecta los rayos paralíticos del espanto

Gran prisión de cera en forma de mujer
Que encierra tapiado en el hueco de su molde
Un cadáver viviente de mujer
Comiéndose por dentro su figura de estatua

En cada vuelta de lentitud espantosa
El cadáver viviente de mujer encerrada
Lanza un único grito inmenso y silencioso
Que hace temblar la cera imperceptiblemente

Para el espectador hechizado
En la primera vuelta se presenta la faz
Enmascarada por una nube roja y que se estira
Como el pulpo de la sangre en el fondo de los mares

En la segunda vuelta aparece la faz negra y cerrada
Cual máscara de hollín hecha de polvo y grasa

En la tercera vuelta con lentitud espantosa
La faz muestra sus dientes

El espectador se duerme
Se despierta encerrado entre muros
En el vientre viviente del cadáver moldeado de cera
En un mundo que gira con lentitud espantosa
Lleno de sierras y de ratas




Pintura de E. Munch

martes, 2 de septiembre de 2008

EL OLVIDO por José Antonio Ramos Sucre


[Poeta venezolano (1980-1930), su obra explora lo mágico con un lenguaje cercano al surrealismo. Publicaba en la revista vanguardista "Válvula". El poema en prosa que he seleccionado es de su libro "El cielo de esmalte"]

Yo no pisaba las huellas del cazador extravagante. Quería evitar el contagio de su pesadumbre.

Morábamos vecinos en un país de belleza augusta. El azufre y demás fósiles predilectos del fuego se juntaban en la composición de la tierra.

El cazador frecuenta los montes de granito. Su gesto valiente se dibujaba en la zona del éter cándido. Una lumbre fugitiva dirigía sus pasos.

Había domesticado el ser más viejo entre las gamuzas repentinas. Acertaba de espaldas con el objeto de sus tiros.

No lo abordé sino una vez para dar con el motivo de su desvío.

La manera grave de su discurso no me permitió coger una vislumbre.

Había fabricado su cabaña a la sombra de un pino glacial.

Yo la visité furtivamente al advertir su ausencia de una semana. El cazador, libre de los efectos deletéreos de la muerte, yacía en un ataúd de piedra. El semblante helado, ajeno del pesar, no inspiraba conjeturas sobre la causa del fallecimiento. Un reguero de carbunclos magnéticos había caído de su diestra.

Un torrente, creado por la lluvia fortuita, arroja sobre la cabaña un sedimento de arena y promete cegarla.


Pájaro con pájaro por Rafal Olbinski

lunes, 1 de septiembre de 2008

LA ACCIÓN SUBVERSIVA DE LA POESÍA por Aldo Pellegrini


[Poeta, ensayista y crítico de arte argentino nacido en Rosario en 1903. Después de cursar sus primeros estudios se trasladó a Buenos Aires en 1922 para graduarse como médico.Es uno de los iniciadores del vanguardismo de su país junto a Enrique Pichon-Rivere, Francisco Madariaga y Enrique Molina, entre otros.Fundador de la revista Qué, nunca ahorró esfuerzos para fomentar todas las actividades relacionadas con el artey la literatura. Es autor de la «Antología de la poesía surrealista de lengua francesa» 1961, «Antología de la poesía viva latinoamericana» 1966 y de «Panorama de la pintura argentina» en 1965.Entre sus libros de poesía se cuentan: «El muro secreto» en 1949, «La valija de fuego» en 1953, «Construcción de ladestrucción» en 1957, «Distribución del silencio» en 1966, y «Escrito para nadie» en 1973. El conjunto de su obra fue editado en 2002 con el título de «La valija de fuego». Falleció en 1973.

Extraído de A media voz]



Hay una fuerza en el hombre, proveniente del simple hecho de vivir, que condiciona su destino de modo fatal. Esta fuerza se vuelve visible a cada momento a través de las manifestaciones del amor, que tiende a trascender del individuo en una comunión con el todo, tiene sus propias leyes irreductibles a los esquemas racionales. La poesía aparece como expresión de ese impulso hacia el cumplimiento de un destino vital, y la fatalidad de ese destino se revela en la poesía como un hecho indiscutible. La poesía no es, por consiguiente, un lujo o un divertimiento, sino una necesidad, del mismo modo que lo es el amor. Todas las otras necesidades, aun las más perentorias, están subordinadas a esos dos, que en definitiva son los dos aspectos de una misma energía primordial que le confiere su verdadero sentido a la vida. Si penetramos profundamente en el significado del viejo refrán "No sólo de pan vive el hombre" comprobaremos que la lúcida sabiduría popular llega a una convicción análoga. Prescindir de la poesía equivaldría a renunciar a la vida.

Considerado así, lo poético no reside sólo en la palabra; es una manera de actuar, una manera de estar en el mundo y convivir con los seres y las cosas. El lenguaje poético en sus distintas formas (forma plástica, forma verbal, forma musical) no hace más que objetar de un modo comunicable, mediante los signos propios de cada lenguaje particular, esa fuerza expansiva de lo vital. Como consecuencia, el mundo poético está en todos, en la medida en que cada hombre es un ser integral. La clara consigna de Lautréamont, "La poesía debe ser hecha por todos", no tiene otro sentido. Aquel que ignora la poesía es un mutilado, tal como lo es aquel que ignora el amor.

La última afirmación podría sugerirnos la idea de que vivimos en un mundo de mutilados, pero no es así: lo que habitualmente encontramos no es la falta de impulso poético sino su represión. Y está reprimido porque vivir hacia lo ilimitado, como exige la poesía, es decir, vivir en la dimensión total, no resulta conveniente para las fuerzas opresoras que dominan el mundo. Aceptar ese modo de vivir significaría prestarle al hombre un carácter casi divino, lo que no interesa a los detentadores del poder, que prefieren considerar al hombre como un objeto, como algo inmóvil y sin dimensión. Para anular a la poesía se ha creado toda una organización de falso pudor, parecida a la que existe para limitar la extensión del amor. Por el crimen de pornografía se concena al amor sin trabas. Parecida condena de pornografía amenaza a la poesía auténtica, sin trabas. Los dos procesos que abren el camino de la libertad, de la acentura, de lo imprevisto y de la exaltación, se ven constreñidos a la categoría de parias sociales.

Abierto el camino de la libertad por la poesía, se establece automáticamente su acción subversiva. La poesía se convierte entonces en instrumento de lucha en pro de una condición humana en consonancia con las aspiraciones totales del hombre. Ceder a la exigencia de la poesía significa romper las ataduras creadas por el mundo cerrado de lo convencional.

Esta función de ruptura no pasa inadvertida para quienes aspiran a una conviviencia basada en la sumisión. Tampoco pasa inadvertida la importancia, la verdadera necesidad de la poesía como factor de expresión vital. La solución contemporánea de estos dos problemas la logran los detentadores del poder domesticando a los poetas, volviéndolos inofensivos, para que ofrezcan un producto falsificado o desnaturalizado que con el título de poesía reciba los honores oficiales, las prebendas. Así se logra un alimento sustitutivo de la pasión poética, que puede designarse con el nombre de poesía "oficial" y que es la negación total de la poesía. Así se alcanza el ideal de los carceleros: lanzar a los poetas contra la poesía.

Por este mecanismo de sustitución, el verdadero poeta queda fuera de la ley, y para darle a su engañifa características de consenso, los carceleros someten a los poetas a la repulsa de la opinión pública. Los detentadores del poder fabrican la llamada opinión pública, y ésta actúa dócilmente en defensa de los intereses que propician la sumisión. La opinión pública es la opinión de los hombres sin opinión, y éstos condenan la poesía. En el momento en que la poesía es colocada fuera de la ley aparece como consecuencia ineludible la figura del poeta repudiado: la poesía se vuelve maldita.

No todos los poetas ceden a la presión del poder y de la opinión pública. Dante, Villon, Blake, Rimbaud, Lautréamont, Artaud, agitaron en una u otra forma el látigo liberador. Pero hay poetas que se rinden, que claudican, y esta claudicación se obtiene a veces por los medios más indirectos. Uno de los medios indirectos de sumisión, en el que caen a menudo verdaderos poetas es el esteticismo. El arte por el arte significa siempre un arte sometido, que rehuye el peligro y busca el calor de los aplausos.

Pero esto no quiere decir que la acción subversiva de la poesía se realice mediante el tratamiento directo de los temas de subversión. No necesita por ejemplo, cantar a la libertad (palabra degradada por los falsarios de todos los colores) pues cantar a la libertad ha demostrado ser uno de los recursos de los propiciadores de la esclavitud. La libertad vive en la poesía misma, en su manera de expandirse sin trabas, en su poder explosivo. Está implícita en el acto de la creación, en ese modo de surgir de las zonas del espíritu donde reina la insumisión, donde es libre en todas las dimensiones. Libre de los esuqemas de la razón, libre de las normas sociales, libre de las prohibiciones, libre de los prejuicios, libre de los cánones, libre del miedo, libre de las rigideces morales, libre de los dogmas, libre de sí misma. En esa zona del espíritu vive la experiencia milenaria de la especie, vive el sentido del hombre, se forman los deseos y las formas impulsoras de la dinámica vital. Allí se establece el vínculo real con el mundo a través de la única vía libre que lleva al universo todo. En esa zona se gesta el milagro, nace la excepción. La poesía tiene allí su imperio, y allí están las fuentes de la imaginación creadora que participa con las potencias del amor en la construcción del ser auténtico, que cuando se lo percibe dentro de sí determina la aparición de un orgullo silencioso y secreto, un orgullo que toma frecuentemente la apariencia de la humildad, y que es patrimonio casi exclusivo, en su monstruosa magnitud, de los santos y de los poetas.

La acción subversiva se manifiesta al ofrecernos la poesía la imagen de un universo en metamorfosis en oposición al universo rígido que nos imponene las conversaciones. La imagen poética en todas sus formas actúa como desintegradora de ese mundo convencional, nos muestra su fragilidad y su artificio, lo sustituye por otro palpitante y viviente que responde al deseo del hombre. Por eso la poesía auténtica degrada a quienes aspiran a existir en un medio dominado por la quietud, un medio pasivo, sin riesgos y sin imprevistos. Ese medio es un esquema irreal, abstracto, desvitalizado; es el falso mundo de la seguridad, que se parece más a un mundo de fantasmas que las más desaforadas creaciones de la imaginación poética. Para completar la paradoja, los defensores de ese mundo irreal se llaman a sí mismos, realistas.

Una actitud disconformista señala el paso inicial que dirige al hombre hacia el centro de acción de la poesía. El poeta se coloca frente a la sociedad aceptada y manejada por los conformistas. La maquinaria social al servicio de una organización deshumanizada reduce a los hombres a números, y cierra todos los caminos. Los que sueñan con el poder, cualquiera que fuere el mecanismo de éste (el dinero, la fuerza, el soborno, el chantaje, la política, el terro) tienden a reducir la conciencia de los hombres a cero. El mundo se convierte así en un reducto sin puertas ni ventanas, domine el patrón oro, o domine la burocracia. La poesía abre puertas y ventanas tanto hacia afuera, hacia el mundo, como hacia adentro, hacia el hombre.

Pero indudablemente la poesía, al introducirnos en el misterio de lo real, nos descubre una vasta zona de peligro, una región inquietante y turbadora. Muchas veces lo poético toma la forma de un acto de violenta provocación y aparece como antipoético, como negador de la creación. Cuando Marcel Duchamp expuso una rueda de bicicleta o un portabotellas con la pretensión de que constituyesen obras de arte, realizó un acto poético del más alto valor subversivo. Lo mismo Rimbaud, al renunciar a la poesía, lleva a su extremo límite la actitud subversiva del poeta. La insumisión alcanza ese límite extremo en el momento en que proclama la negación de la poesía, y ese momento aparece cuando la poesía está seriamente amenazada de domesticidad. Así, lo antipoético se convierte en el valor supremo de subversión y en el mecanismo utilizado por los verdaderos poetas en defensa de la poesía en peligro, para reconquistar su fuerza liberadora. Mediante lo antipoético, se retorna al punto cero, en contacto con la fuente originaria, con el fuego central.

En el proceso utilizado para domesticar a los poetas, el aplauso, el consenso elogioso, la popularidad, son los factores más peligrosos. El poeta que sucumbe a la tormenta de los aplausos debe pensar que los imbéciles, que forman la gran masa de los llamados entendidos, no se equivocan nunca: sólo aclaman lo inofensivo. El poeta debe desconfiar de ese aplauso, de ese elogio unánime, con el que fabrican las rejas de su prisión. Por eso Bretón lanzó un alerta lúcido a los poetas al decir: "La aprobación del público debe rehuirse por encima de todo". Pues un poeta domesticado por el elogio tiene más valor para los predicadores de la sumisión que los inocentes versificadores que ellos presentan como sustituto. El poeta domesticado se convierte en ejemplo de la inutilidad de ser libre. Como el león domesticado, es una caricatura grotesca de un gran señor de la libertad, y sus rugidos adquieren entonces acentos de canto de ruiseñor. No es la confortable y estéril placidez de los parques artificiales la que conviene al poeta; su poder combativo y creador se exalta en la sorda lucha de la selva, y para el poeta de hoy la selva ha encontrado residencia en las grandes metrópolis, donde brotan del suelo gigantescos rascacielos, donde la vida se ve vuelta en la mañana inextricable y despiadada de un mundo mecanizado, y hombres-serpientes y hombres-chacales pululan por las calles.

El humor es el elemento que provee a la poesía de su mayor virulencia. Acerado como la luz, el humor se constituye en la vanguardia combativa en pro de la autenticidad del ser. Con su filo luminoso corta la oscuridad, y aporta el fuego que consume lo muerto y reanima lo vivo. Contiene el feroz deseo del hombre en su virtualidad renovadora, que corroe el mundo de lo inmóvil y lo opaco.

Latente o concreta, la subversión contenida en la poesía auténtica no ofrece dudas; pero la poesía no se reduce a un acto negativo puro: contemporáneamente a su acción provocadora afirma su fe en un mundo mejor que responda a la íntima realidad del hombre. Por eso sostiene una posición de recuperación de todos los antiguos mitos que ofrecen salida al desamparo: el mito del paraíso terrenal, el mito de la edad de oro. La poesía cree en esos mitos así como cree en la fuerza todopoderosa del amor. En esa común pasión coinciden los poetas con los fundadores de religiones. Esa es la causa por la que El sermón de la montaña se reúne con Así hablaba Zaratustra en la misma defensa del hombre. También los poetas hacen suya la memoria de los mártires que buscaron cambiar la condición humana, pues las torturas infligidas a los santos, a los revolucionarios y a los poetas, tienen todas el mismo significado de persecución del espíritu poético, de aniquilación del hombre que no se resigna a un destino sórdido. En una misma veneración se engloba a Jesucristo, Giordano Bruno, el obrero-poeta Bartolomeo Vanzetti y Antonin Artaud.

En una época como la actual, en la que la poesía tiende a la domesticación por los más variados mecanismos en los más variados regímenes sociales, los poetas auténticos se encuentran siempre alertas, aunque estén reducidos a la soledad o compelidos por la fuerza y el terror. De pronto aparecen los Vosnesensky, los Evtuchenko para recordar los derechos inalienables del hombre. Estamos próximos al momento en que la revolución en defensa del hombre se desarrollará en el plano de lo poético.


"Tumulto en la galería" por U. Boccioni