lunes, 15 de septiembre de 2008

LA MÁQUINA DE TEJER NOCHES


La ciudad prófuga
la ciudad tallada por navajas automáticas
la ciudad en la víspera del crimen del siglo
es un grito momificado
un relámpago negro
un disparo en la niebla
un cadáver
al que han robado los zapatos
una botella rota
Las voces caminan por el alambre
de las veladas consumidas entre cigarrillo y cigarrillo
noches de desafinados ángeles
y violetas anémicas
Los pasos caen al foso
donde dormita el tigre de las pesadillas giratorias
las ratas roen una luna con vestido de novia
Crece una marea de espuma
de cerveza
y sobre los muros de contención
las sombras de las estatuas mendigan sonámbulas
Alguien abre una puerta a lo infinito
y nuestro rostro iluminado por la tormenta se refleja
de charco en charco
hasta donde nunca llegarán los tranvías nocturnos
cae una lluvia vagabunda
una lluvia que bendice los mármoles
una lluvia de acordes mutilados
y tras la lluvia
unas manos de mujer ponen a secar las estrellas
en la rama más alta del insomnio
Buenas noches
viento coloreado
por el sudor de las tabernas
La proa de la astronomía irrumpe en los áticos
donde la rosa de los gasóleos se contonea
como una stripper
El río circula sin faros
por las arterias de los bebedores de keroseno
Tres peldaños para la medianoche
tres balas
y un ojo de cristal
en el escritorio del cronista del absurdo
Tres promesas rotas y un anillo de falso rubí
Una hoja arrancada del calendario
con la que se ha limpiado un revólver
rueda por los andenes de un suburbio al que todos llaman
demencia
En este laberinto
es importante no perder el hilo
de cometa de la máquina de tejer noches


Escena de una calle de Berlín por Ernst Ludwig Kirchner


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