jueves, 17 de diciembre de 2009

AUDACES FORTUNA JUVAT, TIMIDOSQUE REPELLIT por Fernando Villalón


[Fernando Villalón Daoíz y Halcón, conde de Miraflores de los Ángeles (Sevilla, 31 de mayo de 1881 - Madrid, 8 de marzo de 1930), poeta y ganadero español.

Fue condiscípulo en El Puerto de Santa María de Juan Ramón Jiménez cuando ambos estudiaban bachillerato. Vivió casi siempre en Andalucía dedicándose a la agricultura y la ganadería de reses bravas. Fue un lector compulsivo pero desordenado de cosmogenia, poesía vieja y nueva, tauromaquia, espiritismo etcétera. Sus amigos, los miembros de la Generación del 27, especialmente Rafael Alberti, admiraban su enorme vitalidad y generosidad. Fundó y dirigió la revista Papel de Aleluyas, impresa en Huelva y Sevilla entre 1927 y 1928. Su poesía, muy imaginativa, anticipa a veces el Surrealismo.

(Extraído de Wikipedia)]


I
Incendia tu cuerpo en el mío, y simula una evasión del presidio de la normalidad.
y con una aurora en cada mano, paladearemos juntos el placer de la alegría sin trabas
haremos poemas como nos dé la gana.
Con la pluma o con el cuerpo.
Sin ropa de nadie.
Sin levitas de academias, sin chaquetas de sabios, sin trincheras de señorito.
Sin la blusa del obrero tampoco;
y libres y sin ropa,
los pulmones plenos de respirar atrocidades bellas.
Cielo y sol. Hotelera la tierra solamente.
Con el pensamiento en las manos borraremos la huella de lo pasado,
comiéndonos nuestras vidas azogueñamente:
Siempre...

II.
Nunca más mi brújula bailadora buscará la virtud con la punta de su zapato de acero.
Y mientras el sol lleve de la mano al día para engañarlo, yo dormiré con la noche solo.
No creo en el uno ni en los dos.
El misterio del cero se apernacó en mi espalda.
Y corro con Él –centauro de pena– por las calles concurridas,
Abriéndome paso entre la llagas que separan los pechos de las espaldas,
las llamas no son rojas, ni el fuego consume lo suficiente para que tengan que extinguirlo
los bomberos con su ansia.
Yo me basto para apagar con las manos una vida que arda por los cuatro costados
y doblando sólo un dedo apagaré mi día (jaca jerezana que doblará sus nalgas calada por el
otro negro).

Soy piloto de la tierra.
Haré hacer guardia a las hormigas en el palacio del duc,
los pingüinos llegarán hasta el ecuador haciendo reverencias;
todos los lagartos de la tierra asistirán a mis desposorios,
y jineteando el caimán de los siete colores –con mi amada a las ancas–,
asaltaremos decididamente la residencia del obispo.

III.
Cautivas las manos por las esposas, y los pasos contados por los eslabones de la cadena,
son arrastrados sus pensamientos por los caminos, vestidos de máscara;
mientras a la santa pistola le tiemblan los gatillos entre las matas desgajadas.
Una paloma le lleva en el pico todos los días una gota de sangre para que fabrique el nido
de la venganza;
los días amanecen como antorchas moribundas
y en el espejo de sus ojos multiplico el rayo de luz quemando sus ligaduras...
Todos los puñales de los oprimidos temblaron dentro de sus vainas.
La indignación tembló los ojos del justo,
y contrajo la boca de los santos –muertos de pie sobre sus altares–.
Nacen los niños con cuernos y con los sexos cambiados;
las doncellas se van con los monstruos;
mientras los poderosos con sus servilletas pendientes del cuello
digieren sudor bajo sus corazas de oro...



"El toro", óleo de Óscar Domínguez