martes, 28 de septiembre de 2010

LA MALETA DE PIEL DE PÁJARO por Enrique Molina


[Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1910. Su espíritu aventurero lo llevó a vivir una vida intensa como tripulante de barcos mercantes en el Caribe y Europa, experiencia que le sirvió para dotar con un carácter universal su expresión artística tanto en la poesía como en la pintura. Identificado con las ideas y los fines del movimiento surrealista, fundó en 1952, con Aldo Pellegrini, la revista A partir de cero. Considerado como uno de los más importantes poetas de Latinoamérica, obtuvo importantes galardones entre los que merece destacarse el Gran Premio Fondo Nacional de las Artes 1992. Su obra está contenida en las siguientes publicaciones: «Las cosas y el delirio» en 1941, «Pasiones terrestres» en 1946, «Costumbres errantes o la redondez de la tierra» en 1951, «Amantes antípodas» en 1961, «Fuego libre» en 1962,«Las bellas furias» en 1966, «Monzón Napalm» en 1968, «Los últimos soles» en 1980 y «El ala de la gaviota» en 1985. Falleció en Buenos Aires en 1997.

Extraído de A media voz]


Algunas cosas atraídas por el horizonte
Vuelven a antiguos sitios para descifrar las ideas melancólicas
O nos arrastran como el tren en ruinas envuelto en terciopelo de flancos ardientes desgarrados por la ferocidad del recuerdo
Con criaturas de volcán impasible o estepa en que se ocultan momias
Pasando de mano en mano la negra brasa de la lejanía

El tren ahogado lento con orejas de lluvia
El tren de roncas venas de ceniza
Arrastrando entre sueños su voz que deletrea viejas cartas de amor con la misma locura
Mientras fluye hacia el túnel de ramas del invierno
Cielo de fango y hierro del olvido

Una mujer de mirada polvorienta asomada al cristal
Vierte el aceite nocturno en un farol de luz verde como la esmeralda de la juventud que se pierde a lo lejos
Su cabellera de ráfaga en la niebla
Es el torbellino de nieve de mariposas sobre una joven en trineo dentro de esas esferas inolvidables que agitan los niños
Viajera de perfume viajera de suspiro viajera de lamento
Viajera de sollozo de luna en las piedras
Deslizándose entre dos inmensos mascarones solitarios en medio del páramo separados entre sí por el rayo
Figuras de proa de abismo:
Una del lado de las cosas imposibles infinitamente tierno

La otra del lado de la pasión jamás vivida
Y siempre ese silbato de tren con ruedas de rosal calcinado
El tren de vagos labios que sonríen
Siempre esa sal de lluvias en las lágrimas
El tren que se deshace el tren de plumas
Rodando tristemente por el humo del alma

Tal es la vieja máquina de fuego
Que alimenta la velocidad del tiempo a través de todo latido
Y los vagones tapizados de musgo con un asiento abandonado
Donde viaja un vestido vacío de mujer de lana verde a cuadros
Descolorido en los sitios donde la nostalgia apoyó su cabeza
El tren de collares errantes
El tren de primavera nómade que se deshace en una lluvia negra invisible en la tierra
Manando a borbotones la sangre de las canciones olvidadas:
“No necesito silencio ya no tengo en quién pensar”

A lo largo de las hondonadas salvajes idénticas a besos
Junto a los indios de miel helada apostados al borde de sus tumbas
En el país construido como una enorme choza de cristal y tinieblas purificado por los ácidos de la tormenta
El tren de pesados peñascos que cierran una puerta
El tren de adiós de luz inenarrable

(Un gemido de encuentro puede llevar mucho más lejos
La realidad de estos delirios que invocas)


"La gran familia" por René Magritte

jueves, 23 de septiembre de 2010

VENDIMIARIO por Guillaume Apollinaire


[Hoy, 23 de septiembre, ha comenzado astronómicamente hablando el otoño y para celebrar el triunfo de los dorados y los ocres qué mejor poema que "Vendiamiario" de Apollinaire, uno de los mejores poemas que se han escrito en honor de la estación de la melancolía. Para consultar la biografía de Apollonaire pinchad aquí]


Hombres del futuro acordaos de mí
Yo viví la época del fin de los reyes
Uno tras otro morían silenciosos y tristes
Y triplicado su coraje convertíanse en trimegistos

Qué bella París a finales de septiembre
Cada noche era una viña donde los pámpanos
Derramaban su transparencia sobre la ciudad y en lo alto
Astros maduros picoteados por los pájaros ebrios
De mi gloria esperaban la vendimia del alba

Una tarde al pasar a lo largo de los muelles desiertos y sombríos
De regreso a Autevil escuché una voz
Que cantaba gravemente acallándose a veces
Para que se elevase también sobre las orillas del Sena
El lamento de otras voces nítidas y lejanas

Y escuché largamente todos esos cantos y clamores
Que despertaban en la noche la canción de París

Tengo sed ciudades de Francia y de Europa y del Mundo
Venid todas a verter en mi garganta profunda

Entonces vi que ya ebria en la viña París
Vendimiaba la uva más dulce de la tierra
Esos granos milagrosos que cantaron en las parras

Y Rennes respondió con Quimper y Vannes
Henos aquí oh París Nuestras casas nuestros habitantes
Estos racimos de nuestros sentidos que da a luz el sol
Se sacrifican para saciarte ávida maravilla
Te ofrendamos todos los cerebros los cementerios las murallas
Esas cunas colmadas de gritos que no escucharás
Y de la fuente al estuario nuestros pensamientos oh ríos
Los oídos de las escuelas y nuestras manos reconciliadas
De dedos extendidos nuestras manos campanarios
Y te ofrendamos además esta ágil razón
Que el misterio clausura como una puerta la casa
Ese misterio cortés de la galantería
Ese misterio fatal fatal de otra vida
Doble razón más allá de la belleza
Que no conocieron ni el Oriente ni Grecia
Doble razón de la Bretaña donde ola tras ola
El océano va poco a poco castrando el viejo continente

Y las ciudades del norte respondieron jubilosas

Oh París henos aquí vivos licores
Ciudades viriles donde parlotean y cantan
Los santos metálicos de nuestras santas fábricas
Nuestras chimeneas al cielo abierto engrasan los nubarrones
Como una vez el Ixion mecánico
Y nuestras manos incontables
Factorías manufacturas fábricas manos
Donde los obreros desnudos semejantes a nuestros dedos
Fabrican en efectivo a tanto la hora
Todo eso te damos

Y Lyon respondió mientras los ángeles de Fourvières
Tejían un cielo nuevo con la seda de las plegarias

Sáciate París con las divinas palabras
Que mis labios el Ródano y Saona murmuran
Siempre el mismo culto de su muerte renaciente
Aquí divide a los santos y hace llover la sangre
Afortunada lluvia oh gotas tibias oh dolor
Un niño ve abrirse las ventanas
Y ofrecerse racimos de cabezas de pájaros ebrios

Las ciudades del Mediodía entonces respondieron

Noble París única razón que aún vives
Que fijas nuestro carácter a tu destino
Y tú replegándote Mediterráneo
Partid nuestros cuerpos como se quiebran las hostias
Esos sublimes amores y su danza huérfana
Se convertirán oh París en el vino puro que amas

Y un estertor infinito que venía de Sicilia
Daba en un batir de alas significado a estas palabras

Las uvas de nuestras viñas fueron cosechadas
Y esos racimos de muertos cuyas semillas alargadas
Llevan el sabor de la sangre de la tierra y de la sal
Aquí están para tu sed oh París bajo el cielo
Obscurecida de nubarrones famélicos
Que acaricia Ixion el creador oblicuo
Y donde nacen sobre el mar todos los cuervos de África
Oh uvas y estos ojos apagados y familiares
El porvenir y la vida se aburren en esas parras

Pero dónde está la mirada luminosa de las sirenas
Engañó a los marinos que amaban a esos pájaros
Ya no revoloteará en el escollo de Escila
Donde cantan las tres voces suaves y serenas

El estrecho de pronto había cambiado el semblante
Rostros de carne de honda de todo
Lo imaginable
No sois sino máscaras sobre rostros maquillados

Él sonrió joven nadador entre las orillas
Y los ahogados flotando sobre su nueva ola
Huían perseguidos por las cantoras quejumbrosas
Dijéronle adiós al remolino y los arrecifes
A sus pálidas esposas inclinadas en las terrazas
Luego de haber emprendido el vuelo hacia el sol ardiente
Siguiéronles en la onda donde se sumergen los astros

Cuando regresó la noche nublada de ojos abiertos
Vagar hasta el paraje donde silbó la hidra este invierno
Y escuché de repente tu voz imperiosa
Oh Roma
Maldecir de un golpe mis viejos pensamientos
Y el cielo donde el amor guía los destinos

Los retoños de varas sobre el árbol de la cruz
Y hasta la flor de lis que muere en el Vaticano
Fermentan en el vino que te ofrezco y que tiene
El sabor de la sangre pura de aquel que conoce
Otra libertad vegetal de la cual
No sabes que es ésta su suprema virtud

Una corona de la tiara cayó sobre las losas
Los jerarcas la aplastan bajo sus sandalias
Oh esplendor democrático que palidece
Viene la noche real donde se sacrificarán las bestias
La loba con el cordero el águila con la paloma
Una turba de reyes enemigos y crueles
Sedientos como tú en la viña eterna
Se desprenderán de la tierra y vendrán por los aires
A beber de mi vino dos veces milenario

El Mosela y el Rhin se unen en silencio
Es Europa que reza noche y día en Coblenza
Y yo que me demoraba en el muelle de Autevil
Cuando a veces caían las horas como las flores
De la cepa a su tiempo escuché la plegaria
Que se unía a la claridad de estos ríos

Oh París el vino de tu país es mejor que aquél
Que se abre camino en nuestros bordes pero en los pámpanos del Norte
Todos los granos murieron de esta sed terrible
Mis racimos de hombres fuertes sangran en el lagar
Beberás en largos sorbos toda la sangre de Europa
Porque sólo tú eres noble y bella
Porque es en ti que puede Dios manifestarse
Y todos mis viñadores en esas bellas casas
Que a la tarde reflejan sus fuegos en nuestras dos aguas
En esas bellas casas nítidamente blancas y negras
Cantan tu gloria sin saber que tú eres la realidad
Pero nosotros líquidas manos que se unen para la plegaria
Nosotros guiamos hacia la sal las aguas aventureras
Y la ciudad entre nosotros como entre tijeras
No refleja durmiendo ningún fuego en sus dos aguas
De las cuáles algún lejano silbido a veces se eleva
Trastornando en su sueño a las muchachas de Coblenza

Las ciudades respondían ahora por centenas
Ya no distinguía sus palabras lejanas
Y Treves la ciudad anciana
Mezclaba a estas otras su voz
Concentrado en este vino el Universo entero
Que contenía los mares los animales las plantas
Las ciudades los destinos y los astros que cantan
Los hombres arrodillados en la orilla del cielo
Y el dócil hierro nuestro fiel compañero
El fuego que hay que amar como se ama a sí mismo
Todos los altivos difuntos que bajo mi frente son uno
El relámpago que brilla como un pensamiento que nace
Todos los nombres seis por seis los números uno a uno
Kilos de papel torcido como llamas
Y aquellos que sabrán blanquear nuestra osamenta
Los buenos versos inmortales que se aburren de paciencia
Ejércitos dispuestos para la batalla
Bosques de crucifijos y mis lacustres moradas
Al borde de los ojos de aquella que amo tanto
Las flores que de las bocas salen gritando
Y todo eso que no sé decir
Todo eso que jamás conoceré
Todo aquello todo aquello en ese vino puro transformado
Del que París tenía sed
Me fue entonces presentado

Acciones bellas jornadas sueños terribles
Vegetación acoplamiento músicas eternas
Movimientos adoraciones dolor divino
Mundos que os agrupáis y que se nos asemejan
He bebido de vosotros y no he sido saciado

Pero desde entonces conocí aquel sabor de universo
Ebrio estoy de haber bebido todo el universo
sobre el muelle donde veía la onda correr y dormir las balandras

Escuchadme soy el gaznate de París
Y si me place beberé aún del universo

Escuchad mis cantos de borrachera universal

Y la noche de septiembre se consumía lentamente
Morían las estrellas y apenas nacía la mañana
Se apagaban en el Sena los fuegos rojos de los puentes



"Otoño" por Giuseppe Arcimboldo

martes, 21 de septiembre de 2010

UN HOMBRE DE TREINTA AÑOS PIDE LA PALABRA por Miguel Labordeta


[Miguel Labordeta Subías (Zaragoza, 16 de julio de 1921 – ibídem, 1 de agosto de 1969) fue un poeta español, uno de los más señeros de la generación de posguerra. Cultivó un estilo surrealista de lenguaje expresivo y amplios registros, elocución desbordada, verso libre y tono apocalíptico plagado de visiones cósmicas de raigambre barroca y romántica, especialmente en sus primeros tres poemarios (Sumido 25, Violento idílico y Transeúnte central), escritos entre los 25 y los 29 años. En 1950 él mismo definió su poesía como «catártica, depurativa, en que el poeta se dé por entero en holocausto verídico». Al final de su vida aparecen Los Soliloquios (1969), que junto a Autopía (publicada póstuma en 1972), constituyen una nueva etapa de poesía más ceñida y condensada. También escribió una obra de teatro titulada Oficina de Horizonte (1955). Hermano del cantautor, escritor y político José Antonio Labordeta, se licenció en Historia y escribió en 1945 su primer libro de poemas, Sumido 25, mientras cursaba el doctorado en Madrid. A su regreso a Zaragoza fue profesor en el Colegio Santo Tomás de Aquino, que dirigía su padre, Miguel Labordeta. En la tertulia del Niké, que se reunía en Zaragoza en torno al café de la calle Requeté Aragonés, Miguel Labordeta ejercía como oficiante de la tan manida y misteriosa O.P.I. (Oficina Poética Internacional), donde hizo famosas sus pipas y el carné de ciudadano del mundo. El año de su muerte su amigo Julio Antonio Gómez Fraile fundó la colección «Fuendetodos» de la editorial Javalambre, que comienza su andadura con la publicación del último libro de Miguel Labordeta, Los soliloquios, y en 1972 publica esta misma colección sus Obras completas. Dirigió la revista Despacho literario, en la que colaboró, entre otros, Antonio Fernández Molina, uno de sus buenos amigos. Como autor de teatro, Miguel Labordeta estrenó, con escenografía del artista vasco Agustín Ibarrola, la obra Oficina de horizonte, que años más tarde tendría una adaptación televisiva realizada por el director zaragozano Antonio Artero.]

Ante la Asamblea de los hombres ilustres
bajo el sol de este otoño dorado
con paso quedo y en mis ojos de tigre la justicia
sencillamente sin alharacas con lumbre apasionada
presento mi denuncia.

Vengo a hablar en nombre de los que tienen treinta años
de los que desde la cumbre de su juventud perdida
contemplan los restos del humano naufragio y el desorden del mundo
y en nombre de sus traiciones muertas yo os acuso, oídlo bien, a todos.

A vosotros: Ancianos que os dormisteis en el vals indefinido del idiota progreso
con un tufo burgués adocenado y falso y comíais chuletas bien sabrosas
mientras bajo vuestros galanteos tontos aullaba ya la boa viscosa
de la lucha terrible y el hambre por las calles en llamas:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: hombres de la entreguerra
que pisoteasteis impotentes la sonrisa de un niño
que quería nacer de tanta ruina ya
que olvidasteis demasiado pronto el llanto de los soldados
que bailasteis demasiado bajo las farolas borrachas de las huelgas
el charlestón y el sintrabajo
y que os regocijaba hasta el espasmo híbrido
la velocidad la prostitución la gran juerga social o totalitaria o aun parlamentaria democracia
y qué sé yo cuántas cosas más en la media cabeza del fiero agente de negocios
sin adivinar que las ciudades ofrecerían blancos tan hermosos
tan concretos para que un obús perfecto de la supertécnica
aplastara aquellas ilusas panaceas
en un charco de sangre donde iban a flotar pisoteadas
vuestras violadas vírgenes entre billetes inútiles de Banco
y que en el reloj del escaso hombre
ya no quedaba sino una media hora de vida suficiente
para fumarse un cigarrillo y yacer bayoneteado
por las inmensas llanuras entre escombros de tanques:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los poderosos energúmenos los grandes señores de la culpa
los que con vuestra codicia más enorme aunque el cielo de tal hipocresía
arramblasteis con la mejor rapiña en el río revuelto
y que no fuisteis para vuestros hermanos
sino hoscos verdugos con sonrisa de lobo
y una estela de odios encendidos dejasteis
para mil años que vinieran y más:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los universitarios sabios de la Luna los artistas leprosos
que fuisteis presa
por cobardes nefastos insípidos
por permitir que el espíritu fuera apresado como una zorra vil
en la trampa de los grandes capitanes de papel:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los violetos los idealistas de la muerte
los que sumisteis al mundo en un fragor de horrores
creyendo crear un nuevo sol con vuestra pobre bola de sebo:
en nombre de mi generación yo os acuso.

A vosotros: los anónimos peones del salario misérrimo
que os abandonasteis en el sopor brutal
del vinazo y la patata cocida
a los que os entregasteis al fútbol y a los semanarios de crímenes
para no pensar
a los estudiantes irresponsables que gritaban heridos sin saber por qué
a los pacifistas enclenques que cerraban sus anos ante la tomadura de pelo
a los espirituales estómagos que nos hablaron tanto del infierno
a los profetas de grandes paraísos de chatarra
a las mujeres sin vergüenza que no querían parir hombres
a los indiferentes que tan sólo soñaron con sus bolsillos miserables
a los que con la flor en el ojal jugaron al ensayo
a los complejos sexuales a la pederastia
a la morfinomanía a la aventura política de porrazos y tente-tieso
perdidos putrefactos podridos de civilización de asco y de cine barato
estuvisteis malditos estaréis corrompidos por los siglos de los siglos
fuisteis rebaño propicio
cuando llegó la gran merienda de los ultimatums
lo mismo que lo seríais si tal momento llegara de nuevo
como parece ser así:
en nombre de mi generación yo os acuso.

Pero fuimos aprendiendo vuestra lección paso a paso:
cuando teníamos quince años cuajó en noches de terror y de asombro inaudito
entendiendo que ser hombre era estar dispuesto a sacar de la cama a su hermano
y asesinarlo cobardemente al borde de un camino
cuando teníamos veinte años supimos que era lícito todo
hasta destruir millones de inocentes por el hambre y el fuego
cuando teníamos veinticinco años conocimos también
que el perdón es inútil y los sueños más nobles
se pierden en el tiempo como un soplo de humo
y ahora con nuestros treinta años hemos comprendido tantas cosas...
tantas cosas que nos duele duramente aquí dentro
y que si tuviéramos que confesarlas moriríamos
de vergüenza y de rabia.

¡Ah! y de nuevo las bombas acechan nuestras pobres carnes maduritas
para sacrificarnos junto a nuestros hermanos más jóvenes
a quienes damos la mano en la tiniebla que golpea las persianas
de los que están de pie con estatura de despiertos.

Por todo yo protesto. Yo os denuncio. Yo os acuso.
Cogeré mi mochila con mi cara de cura
si me dejáis con vida
y huiré a las sagradas colinas junto al mar inmensamente nuevo
a leer a mis poetas chinos preferidos
y que el mundo tiemble por vuestros pecados y se arrase
mañana por la mañana.


Miguel Labordeta, la voz poética perdida en la maleza

sábado, 11 de septiembre de 2010

EL VIENTO Y LA MULTITUD EN LA METRÓPOLI (fragmento) por Pedro Plonka


[Del autor de este impresionante poema no tengo mucha información; tan sólo sé que Pedro Plonka (1896-1976) perteneció a un grupo de poetas vanguardistas de Valparaíso (Chile) en los años 20 del siglo pasado. Sobre este grupo poético (al que también perteneció Alberto Rojas Jiménez) se puede consultar este artículo aparecido en la prensa chilena: http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id=%7B0d6390d7-a22d-4740-9f2d-90b6ee7ff192%7D]


Lúcido, jocundo,
azul en la mágica argamasa de tus panoramas
el viento,
el viento,
Valparaíso,
el viento,
el viento resplandece de arterias infinitas
su veloz presencia deslumbradora.
Pájaros de luz beben el agua del aire
a la orilla de inmensos diamantes;
de las chimeneas y los caseríos
esbeltas orquídeas de humo nacen;
nacen para irse en el viento y caer al mar
y hundirse en los piélagos del Pacífico
junto a los pilotos, a pique.
Multitudes oceánicas silban jigas ultramarinas
y marchan con rumoreante ritmo trans-estelar;
legiones de sonoros cardos desgarran
sus morados fuselajes,
y en las cuencas de tus axilas vegetales,
en donde habita tu sonámbula flor de medianoche,
el mar enreda sus corrientes;
resuena en la caracola de tus barrios marítimos
la respiración mercante de los puertos;
oscilan los litorales
entre los dientes de tabaco de los capitanes,
oscilan mares de rojo cabotaje cuajados de marinerías
y, oscilan en la danza plana del agua,
mujeres cosmopolitas
con las música de los continentes en el sexo;
bailarinas marismas zapatean puertos musicalizados
llamando transeúntes y navegantes
con lenguas de fuego
desde graciosos volcanes alcohólicos;
tamborilean las orquestas epidermis
de salvajes papagayos
y, arriba, abajo y entremedio palmotean caobas y bronces
y tropicales danzas puntean ojos de tórridos marfiles.



"Puerto" por Felix del Marle

martes, 7 de septiembre de 2010

MONUMENTO AL MAR por Vicente Huidobro


[Poeta y narrador chileno nacido en Santiago en 1893. Perteneció a una familia de rancia aristocracia donde siempre se respiró un gran ambiente intelectual. Antes de cumplir los veinte años publicó su primer libro de poemas, «Ecos del alma», donde dejó entrever el modernismo que declaró oficialmente en su manifiesto «Non Serviam» en 1914. Está considerado como uno de los poetas vanguardistas más importantes de la primera mitad del siglo XX. Creó y difundió con mucho éxito la corriente del «Creacionismo», en la que se resume lo mejor del cubismo y el futurismo. Vivió en Paris donde trabó amistad con grandes vanguardistas de la época como Apollinaire, Jean Cocteau, André Breton, Pablo Picasso y Juan Gris.Entre sus obras destacadas pueden señalarse, «Altazor» 1931, «Temblor de cielo», «Poemas árticos», «Ecuatorial», «Tour Eiffel» y «Hallali».
Extraído de A media voz]


Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad
Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena
O el jardín de los astros que pesan en el cielo
Sobre las tinieblas que arrastramos
O que acaso nos arrastran
Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna
Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

El mar entra en la carroza de la noche
Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos
Se oye apenas el ruido de las ruedas
Y el ala de los astros que penan en el cielo
Este es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
Y a las estrellas conocidas.


"El gran seductor" por R. Magritte (1953)
Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas manos temblorosas
El mar empujando las olas
Sus olas que barajan los destinos

Levántate y saluda el amor de los hombres

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Escucha el dolor milenario de los pechos de carne
Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

También nosotros te escuchamos
Rumiando tantos astros atrapados en tus redes
Rumiando eternamente los siglos naufragados
También nosotros te escuchamos

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor
Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

Lloras sin saber por qué lloras
Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos
Sufres sufres como sufren los hombres
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos
Que los niños apedreen tus ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose tose revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas
Tengo miedo de tus venganzas
Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
Olvida la explosión de mis praderas
Yo te tiendo las manos como flores
Hagamos las paces te digo
Tú eres el más poderoso
Que yo estreche tus manos en las mías
Y sea la paz entre nosotros

Junto a mi corazón te siento
Cuando oigo el gemir de tus violines
Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño
Cuando estás pensativo frente al cielo
Cuando estás dolorido en tus almohadas
Cuando te siento llorar detrás de mi ventana
Cuando lloramos sin razón como tú lloras

He aquí el mar
El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz
Esas algas con sueños seculares
Y esa ola que canta mejor que las otras

He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
El comienzo de la vida largo como una serpiente
O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo
Y más alta que todos los montes
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de pétalos tronchados

He ahí el mar
El mar abierto de par en par
He ahí el mar quebrado de repente
Para que el ojo vea el comienzo del mundo
He ahí el mar
De una ola a la otra hay el tiempo de la vida
De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte


"La gran ola de Kanagawa" por Katsushika Hokusai

lunes, 6 de septiembre de 2010

VELETA





viernes, 3 de septiembre de 2010

GRODEK por Georg Trakl


[Poeta austriaco nacido en Salzburgo en 1887.Desde muy joven alternó el trabajo como farmaceuta con su afición por la literatura, fundando con varios amigos el grupo literario Apollo y escribiendo algunos poemas que fueron publicados en el prestigioso periódico "Neues Wiener Journal". En 1910 obtuvo el título de Magister der Pharmazie por la Universidad de Viena. Aunque su afición por el alcohol y el cloroformo le produjeron graves cambios de personalidad, su obra literaria, influenciada por autores como Rimbaud, Hölderlin y Novalis, osciló entre el expresionismo y el simbolismo, y se convirtió en un gran legado para generaciones posteriores. Durante la primera guerra mundial participó en la batalla de Grodek, lo que le produjo una crisis nerviosa que le condujo al hospital psiquiátrico de Cracovia, donde se suicidó con una sobredosis de cocaína el 3 de noviembre de 1914.

Extraído de
A media voz]



Por la tarde resuenan en los bosques otoñales
las mortíferas armas, y en las llanuras áureas
y en los lagos azules rueda el sol más oscuro.
La noche abraza a los guerreros moribundos,
irrumpe el lamento salvaje de sus bocas quebradas.
Pero silenciosas en la pradera,
rojas nubes que un dios airado habita
convocan la sangre derramada, la frialdad lunar;
y todos los caminos desembocan en negra podredumbre.
Bajo el dorado ramaje de la noche y las estrellas
vaga la sombra de la hermana por el bosque silencioso
saludando las almas de los héroes,
las cabezas sangrantes.
Y en el cañaveral suenan las oscuras flautas del otoño.
Oh, qué soberbio duelo, con altares de bronce;
un terrible dolor nutre hoy la ardiente llama del espíritu,
por los nietos que no han nacido aún.

(Versión de Helmut Pfeiffer)




"Alameda con copos de nieve" de Edvard Munch

jueves, 2 de septiembre de 2010

ARAUCARIA