martes, 28 de septiembre de 2010

LA MALETA DE PIEL DE PÁJARO por Enrique Molina


[Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1910. Su espíritu aventurero lo llevó a vivir una vida intensa como tripulante de barcos mercantes en el Caribe y Europa, experiencia que le sirvió para dotar con un carácter universal su expresión artística tanto en la poesía como en la pintura. Identificado con las ideas y los fines del movimiento surrealista, fundó en 1952, con Aldo Pellegrini, la revista A partir de cero. Considerado como uno de los más importantes poetas de Latinoamérica, obtuvo importantes galardones entre los que merece destacarse el Gran Premio Fondo Nacional de las Artes 1992. Su obra está contenida en las siguientes publicaciones: «Las cosas y el delirio» en 1941, «Pasiones terrestres» en 1946, «Costumbres errantes o la redondez de la tierra» en 1951, «Amantes antípodas» en 1961, «Fuego libre» en 1962,«Las bellas furias» en 1966, «Monzón Napalm» en 1968, «Los últimos soles» en 1980 y «El ala de la gaviota» en 1985. Falleció en Buenos Aires en 1997.

Extraído de A media voz]


Algunas cosas atraídas por el horizonte
Vuelven a antiguos sitios para descifrar las ideas melancólicas
O nos arrastran como el tren en ruinas envuelto en terciopelo de flancos ardientes desgarrados por la ferocidad del recuerdo
Con criaturas de volcán impasible o estepa en que se ocultan momias
Pasando de mano en mano la negra brasa de la lejanía

El tren ahogado lento con orejas de lluvia
El tren de roncas venas de ceniza
Arrastrando entre sueños su voz que deletrea viejas cartas de amor con la misma locura
Mientras fluye hacia el túnel de ramas del invierno
Cielo de fango y hierro del olvido

Una mujer de mirada polvorienta asomada al cristal
Vierte el aceite nocturno en un farol de luz verde como la esmeralda de la juventud que se pierde a lo lejos
Su cabellera de ráfaga en la niebla
Es el torbellino de nieve de mariposas sobre una joven en trineo dentro de esas esferas inolvidables que agitan los niños
Viajera de perfume viajera de suspiro viajera de lamento
Viajera de sollozo de luna en las piedras
Deslizándose entre dos inmensos mascarones solitarios en medio del páramo separados entre sí por el rayo
Figuras de proa de abismo:
Una del lado de las cosas imposibles infinitamente tierno

La otra del lado de la pasión jamás vivida
Y siempre ese silbato de tren con ruedas de rosal calcinado
El tren de vagos labios que sonríen
Siempre esa sal de lluvias en las lágrimas
El tren que se deshace el tren de plumas
Rodando tristemente por el humo del alma

Tal es la vieja máquina de fuego
Que alimenta la velocidad del tiempo a través de todo latido
Y los vagones tapizados de musgo con un asiento abandonado
Donde viaja un vestido vacío de mujer de lana verde a cuadros
Descolorido en los sitios donde la nostalgia apoyó su cabeza
El tren de collares errantes
El tren de primavera nómade que se deshace en una lluvia negra invisible en la tierra
Manando a borbotones la sangre de las canciones olvidadas:
“No necesito silencio ya no tengo en quién pensar”

A lo largo de las hondonadas salvajes idénticas a besos
Junto a los indios de miel helada apostados al borde de sus tumbas
En el país construido como una enorme choza de cristal y tinieblas purificado por los ácidos de la tormenta
El tren de pesados peñascos que cierran una puerta
El tren de adiós de luz inenarrable

(Un gemido de encuentro puede llevar mucho más lejos
La realidad de estos delirios que invocas)


"La gran familia" por René Magritte