miércoles, 6 de julio de 2011

DE PARTE DE LAS COSAS (fragmentos) por Francis Ponge

[Poeta francés nacido en Montpellier. Desde muy pronto manifestó su interés por el latín y el diccionario Littré, interés que se reflejó como principal preocupación a lo largo de toda su obra en el tema del lenguaje. En 1922 se unió a la Nouvelle Revue Française, y al surrealismo, movimiento que abandonó por desacuerdo con sus manifestaciones y sus frecuentes disputas. En 1937 se afilió al Partido Comunista, pero abandonó su militancia después de la guerra y fue profesor de la Alianza Francesa hasta el momento de su jubilación. Es conocido ante todo por su obra De parte de las cosas (1942), en la que refuta la efusión lírica y la subjetividad y describe los objetos cotidianos en un lenguaje aparentemente objetivo y científico. Ponge explora la realidad del lenguaje, que, en su opinión, dignifica y humaniza al ser humano. En sus descripciones a menudo humorísticas, emplea neologismos creados a partir de la etimología de las palabras. Esta aprehensión del mundo a través de la vertiginosa profundidad del lenguaje fue bautizada con el nombre de ‘objeu’ y combina las actividades creativas y críticas del escritor. Ponge desarrolló su prosa poética en Doce pequeños escritos (1926), Poemas (1948), La Rage de l'expression (1952), La gran recopilación (1961, 3 vols.), El jabón (1967) y Fábrica del Prado (1971). También escribió ensayos como Pour un Malherbe (1965) y un libro sobre crítica del arte, Estudios de Pintura (1948). Ejerció una gran influencia en el desarrollo de la ‘literatura objetiva’ de los novelistas de la década de 1950, en especial en Alain Robbe-Grillet.

(Extraído de El Poder de la palabra)]



El cigarrillo


Formemos primero la atmósfera a la vez brumosa y seca, desmelenada, donde el cigarrillo está siempre puesto de través, desde el instante en que él mismo comienza a crearla continuamente.
Luego, su persona: una pequeña antorcha mucho menos luminosa que perfumada, de donde se desprenden y caen, según un ritmo aún no determinado, un número calculable de pequeñas masas de ceniza.
Por último, su pasión: ese botón abrasado, descarnándose en películas plateadas, que un manguito inmediato formado por las más recientes envuelve.


Los placeres de la puerta


Los reyes no tocan las puertas.

Ellos no conocen esta dicha: empujar ante sí con suavidad o rudeza uno de esos grandes paneles familiares, volverse hacia él para colocarlo de nuevo en su lugar, -tener entre sus brazos una puerta.

... La dicha de empuñar por el vientre, por su nudo de porcelana, uno de esos altos obstáculos de una pieza; ese cuerpo a cuerpo rápido mediante el cual, detenido el paso un instante, los ojos se abren y el cuerpo todo se acomoda a su nuevo apartamento.

Con una mano amistosa, él la retiene todavía, antes de empujarla decididamente y encerrarse, -de lo cual el ruido del resorte poderoso pero bien aceitado agradablemente lo asegura.



Ilustración de Joan Miró para un libro de Ponge


El pan

La superficie del pan es maravillosa, ante todo, a causa de esa impresión cuasi panorámica que ofrece: como si uno tuviera, a mano y a su disposición, los Alpes, el Tauro o la Cordillera de los Andes.

Así pues, una masa amorfa mientras eructaba fue deslizada para nosotros en el homo estelar, donde, endureciéndose, se ha labrado en valles, crestas, ondulaciones, grietas... Y desde entonces, todos estos planos tan netamente articulados, todas estas losas delgadas donde la luz con aplicación tiende sus fuegos, -y sin una mirada para la innoble blandura subyacente.

Ese flojo y frío subsuelo que uno llama la miga tiene su tejido semejante al de las esponjas: hojas o flores son allí como hermanas siamesas, soldadas por todos los codos a la vez. Cuando el pan se endurece, esas flores se marchitan y se encogen: se separan unas de otras, y la masa se vuelve friable...
Pero cortémosla aquí: porque el pan en nuestra boca debe ser objeto no tanto de respeto como de consumo


Los árboles se deshacen en el interior de una esfera de niebla

Entre la niebla que envuelve los árboles, las hojas les son robadas; las mismas que, desconcertadas por una lenta oxidación y mortificadas por la retirada de la savia en provecho de las flores y frutos, desde los grandes calores de agosto ya estaban menos unidas a ellos.

…..En la corteza se labran regueros verticales por donde la humedad es conducida hasta el suelo, desinteresándose de las partes vivas del tronco.

…..Se dispersan las flores, se desprenden los frutos. Desde la edad más temprana, el abandono de sus cualidades vivas y de partes de su cuerpo ha llegado a ser para los árboles un ejercicio familiar.