sábado, 5 de noviembre de 2011

ALGUNOS POEMAS de Philip Lamantia

[Philip Lamantia, poeta surrealista y 'beat'

El País, 14/04/2005

Philip Lamantia, poeta surrealista estadounidense que contribuyó al lanzamiento de la generación poética beat en San Francisco, murió, a los 77 años, en su casa de San Francisco de un fallo cardiaco.

Cuando San Francisco emergió como el hogar de artistas e intelectuales a mediados de los años cuarenta, Lamantia era un alumno de instituto y uno de los poetas publicados más jóvenes de su generación. Tenía 16 años cuando apareció su primer poema en View, una respetada revista literaria. Poco después, su obra fue incluida en VVV, el periódico surrealista de André Breton, que describió a Lamantia como "una voz de las que se alzan una vez cada cien años".

A pesar de sus prometedores comienzos, Lamantia nunca ocupó un lugar en la corriente general poética. Desde mediados de los años cincuenta le limitó su dependencia de las drogas combinada con periodos de grave depresión. También rehuyó la atención pública y viajó mucho por Europa, el norte de África y México, donde vivió algún tiempo con la tribu india Cora en Nayarit y experimentó con el peyote. Algunos de sus poemas insinúan su aislamiento provocado por las drogas.

"Las estrellas derriban el muro de mi música", escribió en Hide, incluido en sus Selected Poems 1943-1966. El poema continúa: "Estoy loco por ir hacia ti, Soledad, ¿quién me llevará allí?". Ya desde su adolescencia, Lamantia se sintió fascinado por el misticismo, la alquimia, la lingüística y los textos religiosos crípticos. Más adelante quedó cautivado por el cristianismo, que adaptó a su propio misticismo ecléctico. "Anhelo la luminosa oscuridad de Dios", escribió en Hay esta distancia entre mí y lo que veo, publicado en Selected Poems. Cavila sobre este pensamiento y concluye: "No tiene nombre lo que yo anhelo".

Escribió una serie de libros de poesía, comenzando con Erotic (1949), al que se refería como una de sus "aventuras en el puro automatismo psíquico", pero siguió siendo desconocido para los amantes de la poesía en general. Obtuvo más amplio reconocimiento cuando se incluyó su obra en Penguin Modern Poets 13 (1969), junto a la de Bukowski y Norse.

Lamantia nació en San Francisco, hijo de inmigrantes sicilianos. Su padre tenía una tienda de ultramarinos. Siendo adolescente quedó fascinado por el surrealismo francés tras ver los cuadros de Salvador Dalí y Joan Miró en el Museo de Arte de San Francisco. Dejó la escuela a principios de los cuarenta y se fue a vivir a Nueva York, donde trabajó como subdirector de la revista View. Mientras estuvo allí, conoció a varios artistas y poetas surrealistas franceses que huyeron de Europa durante la Segunda Guerra Mundial y se establecieron en Nueva York. Entre ellos estaba Breton. "¡Rebelarse! ¡Ése es el objetivo inmediato de los poetas!", escribió Lamantia en una carta a Breton durante aquellos años. "La maravilla poética y el inconsciente son los auténticos inspiradores de rebeldes y poetas".

Volvió a San Francisco hacia 1950 y asistió a la Universidad de Berkeley, pero no se licenció. Trabó amistad con el cada vez más numeroso grupo de poetas atraídos por San Francisco en aquella época, entre ellos Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Gary Snyder. Lawrence Ferlinghetti, el poeta y fundador de la librería City Lights, hogar para poetas contemporáneos, fue otro de sus amigos.

En octubre de 1955, Lamantia y otros cuatro poetas hicieron una lectura en la Sixth Gallery de San Francisco, que se considera el lugar de lanzamiento de la generación beat. Ginsberg, Snyder, Michael McClure y Philip Whelan leyeron también. Sin embargo, Lamantia mantuvo las distancias con la generación beat. "Él nunca tuvo el interés en promocionarse, ni la creatividad ininterrumpida de Ginsberg", dijo Steven Schwartz, autor de From West to East, California and the making of the American Mind [
Del Oeste al Este, California y la creación de la mentalidad americana] (1998). "Los beat eran intelectuales de la calle. Lamantia era un intelectual serio".

Tras una larga batalla contra la adicción, Lamantia consiguió dejar las drogas. Escribió sobre su lucha en Astro-Mancy (1967). "Me estoy recuperando / de una década de venenos / renuncio a todos los narcóticos / y disciplinas farmacopeicas", escribió. Se casó con Nancy Peters, editora de City Lights Books, en 1978, y siguió escribiendo intermitentemente. Su recopilación The blood of the air (1979) fue seguida 11 años más tarde por Becoming visible. También dio clases de poesía en la Universidad Estatal de San Francisco y en el Instituto de Arte de San Francisco durante los años setenta.
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Portada del nº 4 de la revista surrealista
norteamericana VVV

Extraídos del blog Sol Negro



En el dominio de Emu


Para Franklin Rosemont

Como la tumba abierta que irradia un risueño colinabo
y la zanahoria haciendo trizas la arena
algo así como un árbol estampando sus pies en un leopardo
de ojos cuadrados
las lunas y el pan compiten por el gusto entre los corazones de diamante

Al otro lado del lago del ser el viento fuma flamas tubulares
Las cadenas están trenzando cormoranes
Las placentas refractadas en la torre desierta de la tormenta
reemplazan a la Calle de las Maravillas sumergida de nuevo en su oculta salida
mientras la ciudad despierta como una flor de caballeros amantes


Para empezar entonces, no ahora


El tragaluz se anega
cuando tú entras en mi voz
llevando una caja de fuego
completamente silenciosa
te abres a la horquilla encantada
de los misterios del sueño



Vibración


Hay un viento que tortura a los murciélagos
y están las plantas chamuscadas de los soles muertos
la ciudad hilada con el mar
donde los abismos de pterodáctilo me llaman
hay una espiral de terror animando mi mente
y el zumbido del esqueleto de la soledad
donde florecen cadáveres furiosos en una botella
y armas rojas se desvanecen en espejos

Miro hacia atrás por la hoja de mi doble
allí vuela -a través de su vista- El Ahorcado
donde una pirámide de agua se asoma entre las oscuras
vituallas de la vida interior



El elemento que amas


Puedo verte desde los cascos navegando en la playa bordeada de cemento, indicándome el arco caído de un cometa que colma el río de un halcón, un encuentro inaudito sumergiendo los faroles.

Un vencedor emboscado en su pirámide voladora, ocre es la ventana del espejo salutífero... y un estruendo de puertas elude a un león, por aquí y por allá, señalando displicentemente damas fugaces a punto de desvanecerse en el escudo de armas de la lluvia, donde los deseos civilizados emplumados con inanidades anti-cefálicas ruegan a sus invitados que se prendan.

Nada menos que una chava pulida ametralla la sucia luz de los predicadores que se hunden en los muelles liberados por una mujer y por el agua, peinando un vestido vítreo de donde caen zorras-en-mano y una guacamaya cuyo pico se suaviza hasta volverse su propio sello de poesía líquida.


La condición diabólica


Como las mujeres que viven al alcance de cada cuerpo
descienden de las regiones polares
hacia el círculo de los demonios

Yo me preparo para ofrecerme a las suaves y rojas serpientes entrelazadas en las cabezas de los brujos

Entre los negros brazos llegan sobre la ciénega abalanzándose para abrazarme
y el sol distante en el que habitan los hombres que tienen a su alcance
prístino los Depravados Ojos
entre las tumbas y los hechos de los deshuesados mangos
que trabajaron en el secreto de las torres abandonadas
a pesar de mi cuerpo fugitivo ausente
a pesar de los lagartos arrastrados dentro de los altares en que las potencias tienen preparada la vida
a pesar del antiguo templo Dórico transportado por los amantes del arte
a pesar del nido de mendigos dementes
el canto se oye
y las palabras del canto están escritas en los oceánicos jardines
Los límpidos muros han cantado adiós
Nosotros hemos entrado en la ciudad donde el maestro muerto habla de catacumbas y la cornuda bruja del África
El sortilegio prosigue en las calles y en el cielo
Hemos ascendido hasta el ilimitado cosmos de la arquitectura
Nos hemos arrastrado de espaldas hasta los enormes corazones
aquel salto sobre la nieve hacia la subida a nuestros cuerpos
Llega mi ritual cera y círculos
mi rosa escupida de sangre

Cuando el día es iluminado por nuestros mágicos candiles
y las horas aúllan sus sádicas canciones y succionan con ahínco
en la noche cuando los gatos invaden nuestros cráneos
entonces sabremos que los destructores han surgido
en el mundo para observar nacer el cataclismo
como la ola de fuego final se derrama de sus corazones