miércoles, 14 de diciembre de 2011

MANCHAS EN EL VACÍO por Jean Arp


[Estudió arte en la academia Julian de Paris. En 1915, durante la guerra, se refugió en Zürich donde participó en la creación del movimiento Dada junto a Hall, Huelsenbeck y Tzara entre otros. En la década de 1920, radicado de nuevo en Paris, trabajó intensamente en su obra plástica y publicó los poemas "El pájaro entre los tres" en 1920, "La chaqueta de pirámides" en 1924 y "Configuración" en 1930, todos de corte surrealista. Durante la posguerra su obra plástica alcanzó grandes dimensiones, culminando obras monumentales como los murales de la Unesco en Paris y la Universidad de Harvard en USA y obteniendo el premio de la Bienal de Venecia en 1954. Su aporte al arte abstracto y a las escuelas dadaísta y surrealista, marcaron la gran influencia que ejerció en el desarrollo del arte y la literatura en el siglo XX.
Falleció en Basilea en 1966.

(Extraído de A media voz)]


1

la edad vive de cabello en cabello
a través del aire que ha quedado huérfano
vive como un huevo
que empolla frutas
en una cuerda tendida entre dos alas

el aire tiene la edad de las alas
las frutas nacen de las alas
las hojas de las alas sangran
en los arrastres del aire


2

calaveras
relucientes como soles
van sedientas hacia la fuente del vacío
desdeñadas por los patos avaros
los mamones glotones
y los etcéteras
numerados y firmados por los autores


3

las paredes son de carne humana
los hongos tienen voz de trueno
y enarbolan espadas enormes
contra los ratones ancestrales
con colmillos de elefante



Estrella por Jean Arp


4


las tetas de porcelana se balancean
en trapecios de oro
entre ramas de corbatas
mientras las estrellas cuchichean
y vuelan de fruta en fruta


5

Columnas siamesas lloran
lágrimas de maillots
porque caen siempre a la media noche
de sus platillos de hueso
con puntos que caen de las íes


6

un paisaje en un equipaje piafando se para
ante un canapé de parafina
guantes estelares petrifican
el vacío antropomorfo


7

sílabas de flores cubren
ramos de frondas
tiendas de encaje bailan
zarabandas saltarelos gallardas
con huchas llenas de avispas


8

el fin del aire
y el fin del mundo
son redondos como globos
pero mientras el fin del mundo
está sentado en su silla plegable
el fin del aire salta
desde un árbol de torneos
hasta una jaula vacía
que revolotea en el aire


9.

las mondas de diamantes suavizan las costumbres
los regocijos se prolongan
a veces hasta más allá de la muerte
incluso hasta más allá de la balaustrada
por el espacio utilizado


10.

las nubes golosas hunden
sus tropas y sus colas
en las llagas perfumadas
flores con pelucas de miel
se pasean por el agua charlatana


11.

las bocas de la luz bostezan
y enseñan el vacío
la máquina de sangre
sopla felicidad en las jetas
y repite sin parar
los yernos y las neuras
las nueras y los yerros


12.

¿de verdad es un sarcófago blanco
y no una ermita cubierta de saliva?
si se mandara moler esta aparición
¿caerían por fin agujas relucientes
en la luz podrida?


13.

picos sacan los ojos a la luz
mejillas juguetonas
mano a mano pie a pie
ruedas pies ante sus propios pies
testarudas tetas teutoburgo
gritan los picos con furor tetónico


14.

las bocas están llenas de huevos de lirio
los músculos de yeso llevan
paraguas bípedos
las flores barren leche
con su voz visible
los tallos se asoman fuera del espacio


15.

Siéntate en un dedo de mi pie
cielito blanco y desnudo
sigue siendo un traje sin mirada
sigue blanco y desnudo
deja que las antiguas realidades
recompongan el agua
depilen las almas
echen la última mirada
sigue blanco y desnudo
deja que ronroneen las aureolas
y que tamicen sus pensamientos
deja que las rosas se paseen
por la piel de un enano
deja que los miembros de cuatro voces
agiten plumas de carne
sigue blanco y desnudo


16.

las nubes se desnudan
en mesas carnosas
la camisa de la paja besa
a la esponja paradójica
ten cuidado con los engranajes de los rostros


sábado, 10 de diciembre de 2011

EL HOMBRE APROXIMATIVO (fragmentos) por Tristan Tzara


[Nació en Moinesti, Rumania, el 4 de abril de 1896. Su verdadero nombre parece ser Samy Rosenstock aunque Tzara lo negó rotundamente. En 1916 encontrándose en Zürich, fundó con el judío rumano Marcel Janco, los alemanes Hugo Ball y Huelsenbeck, y el alsaciano Arp, el movimiento Dada. Publicó diversos números de la revista "Dada" cuya influencia fue muy notoria en Alemania y posteriormente en Francia. En 1919 llegó a París, donde estableció el centro del movimiento dadaísta con los colaboradores de "Littérature" : Breton, Aragon, Soupault, Picabia y Jacques Rigaut entre otros. En 1922 se distanció de Breton y sus amigos, que empeñados en una obra más constructiva desembocarían en el surrealismo. En 1929 se reconcilió con los surrealistas hasta 1935, fecha en la que se separó definitivamente para adherirse a la política del Partido Comunista. Falleció en 1963.


(Extraído de A media voz)]


Tzara retratado por Lajos Tihanyi


las campanas suenan sin razón y nosotros también
los ojos de las frutas nos miran atentamente
y todas nuestras acciones son controladas no hay nada oculto
el agua del río ha lavado tanto su lecho
transporta a los dos hijos de las miradas que han arrastrado los pies de los muros en los brazos desgastados de la vida
atraído a los débiles unidos a las tentaciones, agotado de éxtasis
abierto al fondo de las viejas variantes
y desatadas las fuentes de las lágrimas prisioneras
las fuentes sujetas a los cotidianos ahogos
las miradas que agarran con agarran con manos desechadas
el claro producto del día o la ensombrecida aparición
que dan la cuidadosa riqueza de la sonrisa
atornillada como una flor en el ojal de la mañana
los que solicitan el alimento o la voluptuosidad
los realizadores que reciben eléctricas vibraciones los sobresaltos
las aventuras el fuego la certidumbre o la esclavitud
las miradas que se han arrastrado a lo largo de discretas tormentas
han consumido los adoquines de las ciudades y expiado muchas bajezas en las limosnas
se siguen cerradas alrededor de las cintas de agua
y corren hacia los mares llevándose en su peso
las humanas basuras y sus milagros

* * *

hombre aproximativo como yo como tú lector y como los otros
montón de carnes ruidosas y de ecos de consciencia completa en el solo pedazo de voluntad tu nombre transportable y asimilable cortes por las dóciles inflexiones de las mujeres
diversos incomprendidos según la voluptuosidad de las corrientes interrogadoras
hombre aproximativo moviéndote en los poco más o menos del destino
con un corazón como maleta y un vals a guisa de cabeza
vaho sobre el frío hielo tú te abstienes de verte a ti mismo
grande e insignificante entre las joyas de escarcha del paisaje
sin embargo los hombres cantarán en corro bajo los puentes
del frío la boca azul contraída mas lejos que la nada
hombre aproximativo o magnifico o miserable
en la niebla de las castas edades habitación a poco coste los ojos embajadores de fuego
que cada uno interrogue y atienda en el forro de caricias de sus ideas
ojos que rejuvenecen las violencias de los dioses ágiles
saltarín al disparo de los resortes dentarios de la risa
hombre aproximativo como yo tú lector
tienes entre tus manos como para lanzar una bola cifra luminosa tu cabeza de poesía

* * *

coleccionista de colillas en las selvas de éxtasis
y de astros destartalados caídos lejos en la fosa de los secretos
pedazos de país de pesadez despedazados recelos
de titubeantes fluideces de resaca
distraída convalecencia de llamas zancudas
allí arriba donde todo es de piedra
las cubas misteriosas de la fascinación
fermentan el trigo ilusorio de la voz
sobre los ramajes de las cataratas la tarde las arañas de los ojos se mueven inquietas
salvaje esperanza proyectada con los boomerangs y los cometas
en la humedad de azabache que ningún retorno de las alas pensantes desflora
ni de tizones de amor

* * *

las amapolas eléctricas bajo la concha de tortuga arropan los granos de arena y de belleza
el crepúsculo eleva los adioses al horizonte bañado con la fría claridad del estereoscopio
azotado por los resplandores navales de la vuelta a la prisión
y sus caídas de sitio en sitio preparan la electrificación de los ojos
adán y eva se esconden en el bello lugar del fruto hendido
dos vueltas hacen bajar del cielo subterráneamente a los gemelos de otras épocas
con el sabor de los metales pesados los cristales de las estrellas ofrecen el regazo en la entrada de la cueva
en el roquedo petrificado en alto para usted
cayendo en el dejar-ir del invierno que esgrime sus sables
nulidad y embrutecimiento desgranan con sólida mano los árboles en el precipicio
gritando a los nuevos aires las partidas los saltos rapaces del vacío
en la ilusión de las blancuras oscurecidas por el cloroformo
que la piel del hielo lleva al medio día de sangre

* * *

existe un hermoso país en su cabeza
allí donde la promesa del cielo le toca con su mano
desnuda está la piel del cielo y desollada por los racimos de roquedas
los ásperos itinerarios de los convoyes de las penas
han limitado el enfebrecido perfil del aire
y en la cisterna de su memoria el enjambre de las tribus
maduradas en los pérfidos nivelamientos
desagrega la espuma jadeante de la razón sin salida
su maldito zozobrar pasma allí donde acaba tu voluptuosidad crece el vacío
se rompe la espuela de las sórdidas estepas contra la pista de los dólmenes
ventilador que raspa en la caja de resonancia del barranco
barranco embriagado de profundidades gimientes
acolchados con finas escrituras de vértigos desdeñosos y de algas
nuestras miradas resbalando de vertical en vertical se disuelven
dibujan unos ojos de aceite sobre el charco
así te miro yo al pie de la montaña
agarrada como la noche está dispuesta a derramarse
y sobre los escalones escavados que sumergen tu andadura
se ha introducido la muerte hálito de apaciguamiento

* * *

mañana mañana
mañana marcada de cristal y de larvas
mañana de pan cocido
mañana de puertas en locura
mañana guardiana de caballerías
mañana de ardillas y pulidores de vitrales frescos en la costa
mañana que huele bien
aliento pegado a las estrías del iris

* * *

los bares se abren a las confidencias y al interior de los mariscos
danzan las diabólicas vibraciones por donde se filtra el pasado
entre los dientes helados sobre el bocado del aire
escucho todavía la sierra de las nubes
que vacía el horizonte de la madurez de los vestigios variables
y en tu corazón el contorno perturbado y más allá
el abismo se oscurece y es denso el hormigueo de los nadadores en la marmita
en el hombre país inculto y seco ese pataleo se reproduce
con querellas y acritud o terremotos de tierra
y aunque sobre ti las estrellas de los ojos explotan prestidigitador
hombre aproximativo como yo como tú
porque no sabes desparramar tu alma en cartas de juego
en mapas que tus sólidos pies pisotearon
midiendo la fuerza de los acantilados las de las ciudades y los nervios
examinando las escalas de las generaciones los frutos de
las nuevas edades oh sequedad
subterfugios escupidos de ángeles pegajosos grasas de medusa
excremenro de la mar vengadora

jueves, 8 de diciembre de 2011

¡LA LIBERTAD O EL AMOR! (fragmentos) por Robert Desnos


[Poeta francés nacido en Paris en 1900. Después de dejar el colegio a los 16 años, trabajó como empleado de farmacia y empezó a mostrar interés en la literatura publicando escritos en una revista de corte socialista llamada La galería de los jóvenes. En 1919 publicó los primeros poemas en Le fard de argonautes y se reunió con André Breton, Péret, Tzara y Aragon, integrándose en 1920 al grupo surrealista. Mostró sus habilidades literarias jugando con el idioma, y convirtiéndose en un experto de la "escritura automática" en sus poemas titulados "Oasis" y "Asilo amigo". Para ganarse la vida ejerció luego como periodista, publicando crónicas sobre películas, música y teatro. Hacia 1929 se alejó del movimiento surrealista en la gran crisis que señaló el segundo manifiesto de André Breton. Continuó escribiendo en el siguiente decenio publicando obras que incluyeron "Corps et biens" en 1930 y "Le sans cou" en 1934. En la segunda guerra mundial se alistó en el ejército francés, regresó a París durante la ocupación alemana y bajo seudónimos como Lucien Gallois y Pierre Andier, publicó una serie de ensayos contra los nazis que le valieron su reclusión en varios campos de concentración. Falleció ocho días después de ser liberado por el ejército ruso en junio de 1945.

(Extraído de A media voz)]


Portada de la edición de Cabaret Volatire
(mayo 2007)



Navío de madera de ébano que zarpaste rumbo al polo Norte, la muerte se te presenta en forma de bahía circular y glacial, sin pingüinos ni focas, sin osos. Conozco la agonía de un navío atrapado en la banquisa, conozco el estertor del frío y la muerte faraónica de los exploradores árticos y antárticos, con sus ángeles rojos y verdes y el escorbuto y la piel quemada por el frío. Desde una capital europea, un periódico arrastrado por el viento asciende rápidamente hacia el polo aumentando su tamaño y sus dos hojas son dos grandes alas fúnebres.

Y no olvido los telegramas de pésame, ni la estúpida anécdota de la bandera nacional clavada en el hielo, ni el regreso de los cuerpos sobre armores de artillería.

Estúpida evocación de la vida libre de los desiertos. Ya sean de hielo o de pórfido, en un navío o en un vagón, perdidos entre la gente o en el espacio, esta sentimental imagen del desorden universal no me afecta.

Sus labios hacen brotar lágrimas de mis ojos. Ella está ahí. Su palabra golpea mis sienes con su temible martillear. Imagino sus muslos con espontáneas ganas de andar. Te amo y tú finges ignorarme. Quiero creer que finges ignorarme o más bien no, porque tus gestos están repletos de alusiones. La frase más banal conlleva sobreentendidos conmovedores cuando eres tú quien me dirige la palabra.

¡Me has dicho que estabas triste! ¿Se lo habrías dicho a alguien que te resultara indiferente? Me has dicho la palabra "amor". ¿Cómo no ibas a darte cuenta de mi emoción? ¿Cómo no ibas a querer provocarla?

O si me ignoras es porque está mal impreso este calendario, tú, cuya presencia no me es siquiera necesaria. ¡Tus fotografías en mis paredes y los vivos recuerdos que he guardado en el corazón de mis encuentros contigo sólo juegan un mezquino papel en mi amor! Tú eres, sí tú, grande en mi sueño, siempre estás presente, sola en escena y sin embargo careces de papel.

Rara vez te cruzas en mi camino. Estoy en la edad en que uno empieza a mirarse los delgados dedos, y en que la juventud es tan plena, tan real que no va a tardar en marchitarse. Tus labios hacen brotar lágrimas de mis ojos, te acuestas completamente desnuda en mi cerebro y ya no me atrevo a dormirme.

Y además estoy harto, ya ves, de hablar de ti en voz alta.

* * *

La creación colectiva por René Magritte


Aquí llega el comerciante de esponjas.

Corsaire Sanglot le pregunta con la mirada y éste le revela que su poética carga no le sugiere ideas normales.

No trata de paisajes submarinos ensangrentados por los corales, por los combates de los peces voraces, por las heridas de los náufragos cuya sangre emerge nebulosamente a la superficie, ni una hermosa millonaria que, superviviente de un célebre naufragio y salvada de una insolación gracias a una milagrosa sombrilla, más tarde, al pasar por esos mismos parajes a bordo de un buque, expresará el deseo de nadar en esas aguas transparentes y coloreadas. Se detendrán las máquinas. Cesará el fragor de las turbinas. Las órdenes breves de los oficiales enguantados de negro resonarán un instante, antes de que advenga el silencio. Los pasajeros se acodarán a la borda. La joven millonaria se lanzará al agua apenas vestida con un ligero bañador blanco. Nadará durante media hora sorprendida por no encontrar en las olas el sabor a sal sino el del fósforo. Cuando suba al puente, estará roja, toda roja como una flor magnífica, lo cual tendrá relación con el desastre. Los hombres, enamorados de ella desde que zarparon de un puerto europeo, se volverán frenéticos, y los últimos gavieros, el comandante y los mecánicos también se la comerán con los ojos. El navío reemprenderá la ruta interrumpida un instante, pero todas esas miradas, hasta entonces reducidas a observar el horizontal maridaje del mar y el cielo, se clavarán en la danza del tiránico fantasma rojo. Rojo como las señales de alarma dispuestas a lo largo de las vías férreas, rojo como el incendio de un navío cargado de un explosivo blanco, rojo como el vino. Enseguida se confundirá con las llamas de las lumbres de la maquinaria, con los pliegues de los pabellones que sacuden la extremidad de los mástiles de popa, con los vuelos de los pájaros marinos y de los peces tropicales. Unos icebergs fálicos descenderán por capricho hasta los cálidos mares del sur. Una noche alcanzarán la estela transversal y el fantasma se reflejará en ellos mejor que en un espejo. Un abrazo salvaje detendrá ahí el viaje de largo recorrido.

No, no son historias banales las narradas por las esponjas al comerciante que recorre la calle cercada por gasógenos. Tampoco lo es la historia de aquellos pescadores de tortugas marinas que, en una red, sintieron un día la presencia de un peso inesperado. Recuperada la red con dificultad, descubrieron entre sus mallas un busto antiguo y mutilado y una sirena: una sirena pez hasta la cintura y mujer de la cintura a los pies. Desde aquel día, la existencia se volvió insoportable a bordo de aquel barco. La red sólo pescaba estrellas carnosas y sedosas, medusas transparentes y blandas como bailarinas en tutú recientemente asesinadas, anémonas y algas mágicas. El agua de los depósitos se transformó en finas perlas y los alimentos en flores de los Alpes: edelweiss y clemátides. El hambre torturó a los marineros pero nadie pensó en devolver al mar a la augural criatura que había provocado la hambruna. En la proa ella soñaba sin parecer preocuparle su nueva vida. La tripulación sucumbió en pocos días y el esquife, a merced de las corrientes, sigue aún hoy recorriendo los océanos.


jueves, 1 de diciembre de 2011

BATUCADA por Aimé Césaire


[Biografía de Aimé Cesaire aquí]


Los arrozales de colillas de escupitajo sobre el extraño emplazamiento
de mi simplicidad se tatúan con picachos
Las palabras perforadas en mi saliva resurgen en cuidades de
esclusa abierta, más palidas sobre los arrabales
Oh las ciudades transparentes montadas en yaks
sangre lenta orinando a las hojas de filigrana el último recuerdo
el bulevar cometa herido brusco pájaro traspasado
se arrebata en pleno cielo
acribillado de flechas
Es la noche como me gusta muy socavada y muy nula
abanico de dedos de brújula bajados bruscamente de la blanca risa de los sueños

Batucada
cuando el mundo sea desnudo y bermejo
como una matriz calcinada por los grandes soles del amor
batucada
cuando el mundo sea sin indagación
un corazón maravilloso donde se estampe el decorado
de las miradas rotas en pedazos
por vez primera

cuando las imantaciones hagan caer en la trampa a las estrellas
cuando el amor y la muerte sean
un solo coralillo vuelto a soldar alrededor del brazo sin brazalete
sin hollín
sin defensa
batucada del río crecido de lágrimas de cocodrilos y de fuetes al garete
batucada del árbol de serpientes de los danzarines de la pradera
de rosas de Pensilvania mirando a los ojos a la nariz a las orejas
a las ventanas de la cabeza cortada
del guillotinado
batucada de la mujer de los brazos de mar de la cabellera de manantial submarino
la rigidez cadavérica transforma los cuerpos
en lágrimas de acero
todas las fasmas foliáceas hacen un mar de yucas azules y de balsas
todos los fantasmas neuróticos se han desbocado
batucada
cuando el mundo sea de abstracción seducida
de retoños de sal gema
los jardunes del mar
por la primera y última vez
un mástil de carabela olvidada arde almendro del naufragio
un cocotero un baobab una hoja de papel
una apelación sin lugar
batucada

cuando el mundo sea una mina al aire libre
cuando el mundo tenga la altura del puente de mando
mi deseo
tu deseo
conjugados en un salto en el vacío respirado
delante del alero de nuestros ojos revienten espumeantes
todos los polvos de soles poblados de paracaídas
de incendios voluntarios de oriflamas de trigo rojo
batucada de ojos podridos
batucada de ojos de melaza
batucada de la mar doliente encostrada de islas
el Congo es un salto de sol naciente en la punta de un hilo
un balde de ciudades sangrantes
un manojo de toronjil en la noche forzada
batucada
cuando el mundo sea una torre de silencio
donde seremos la carroña y el buitre
todas las lluvias de papagayos
todas las dimensiones de chinchillas
baticada de rotas trompas de párpado de aceite de virulentos chorlitos reales
batucada de la lluvia matada hendida finamente de orejas enrojecidas
purulencia y vigilancia
habiendo violado hasta la transparencia el sexo estrecho del crepúsculo
el gran negro del amanecer
hasta el fondo del mar de piedra agrietada
espera los frutos de hambre de las ciudades engarrotadas
batucada
¡Oh! sobre el último vacío
-salpicante salpicado-
hasta la rabia del paisaje
¡las terminantes órdenes de una sangre severa!

Y el navío voló por encima del cráter en el umbral mismo de la hora surcada de águilas
y el navío avanzó en haces tranquilos de estrellas errantes
en haces leonados de muelles cortados y de panoplias
y el navío soltó una andanada de ratones
de telegramas de cauris de huríes
un danzarín wolof bailaba de puntillas y emitía señales
en la punta del mástil mayor
toda la noche se le vio bailar cargado de amuletos y de alcohol
saltando a la altura de las estrellas carnosas
un ejército de cuervos
un ejército de cuchillos
un ejército de parábolas
y el navío combado soltó un ejército de caballos
A medianoche la tierra se adentró en el canal del cráter
y el viento de diamantes tendido de sotanas rojas
fuera del olvido
sopló cascos de caballo cantan la aventura de la muerte a su voz de leche
sobre los jardines del arco iris plantado de algarrobos
batucada
cuando el mundo sea un vivero donde pescaré mis ojos al sedal de los tuyos
batucada
cuando el mundo sea el látex de largo recorrido de carnes del sueño bebido
batucada
batucada de oleajes y singultos
batucada de sollozos escarnecidos
batucada de búfalos asustados
batucada de desafíos de avisperos de color de carmín
en la rapiña del fuego y del cielo esfumado
batucada de manos
batucada de senos
batucada de los siete pecados decapitados
batucada del sexo de beso de pájaro de huida de pez
batucada de princesa negra con diadema de sol que se funde
batucada de princesa atizando mil guardias desconocidos
mil jardines olvidados bajo la arena y el arco iris
batucada de la princesa con muslos de Congo
de Borneo
de Casamancia

batucada de noche sin centro
de noche sin labios
portando por corbata el velamen de mi galera sin nombre
de mi pájaro de bumerang
he lanzado mi ojo en el vaivén de mar en la Guinea de la desesperación y de la muerte
todo lo extraño se solidifica en la isla de Pascua, isla de Pascua
todo lo extraño tajado de caballerías de la sombra
un arroyo de agua fresca corre en mi mano sargazo de gritos fundidos
Y el navío desarbolado ahondó en los sesos de las noches obstinadas
mi exilio-minarete-sed-de-ramas
batucada
Las corrientes rodaron racimos de sables de plata
y de cucharas de basca
y el viento agujereado por los dedos del sol
rapó con fuego las axilas de las islas de pelo de espuma
batucada de tierras preñadas
batucada de mar amurallada
batucada de villas jorobadas de pies podridos de muertos deletreados en la inaceptables desesperanza del recuerdo
Basse Pointe, Diamant, Tartane y Caravalle
siclos de oro, garlopas de flotación asaltadas de gavillas y neguillas
sesos tristes arrastrados por orgarmos
armadillos nebulosos
¡O los krúmenes chocarreros de mi barra!
el sol ha saltado de las grandes bolsas marsupiales del mar sin claraboya
en plena álgebra de cabellos postizos y de vías sin tranvía;
batucada, los ríos lagartean en el yelmo desprendido de los barrancos
las cañas se bambolean a los bandazos de la tierra en crecimiento de joroba de camella
las ensenadas desculan con luces irresponsables las vejigas sin reflujo de las piedras

sol, ¡a las gargantas!
negro chillón, negro matancero, negro corsario batucada despliegue de especies y de moscas
Dormida manada de yeguas bajo el bambucal
sangra, sangra manada de carambas
Asesino te indulto en nombre de la violación
Te indulto en nombre del Espíritu Santo
Te indulto con mis manos de salamandra
El día pasará como una ola con las ciudades en bandolera
en su morral de conchas henchidas de pólvora
Sol, sol, roja serpentaria asomada a mi trance
el río de azagayas que los hombres llaman mi cara
el río de pie alrededor del mundo
golpeará la roca artesiana de un centenar de estrellas de monzón

Libertad, mi únco pirata, agua de año nuevo, mi única sed
amor mi único sampán
haremos escurrir nuestros dedos de risa y de calabaza
entre los dientes helados de la Bella-durmiente.

De Las armas milagrosas

La jungla de Wifredo Lam