viernes, 9 de marzo de 2012

ABOLICION DE LA MUERTE por Emilio Adolfo Westphalen


[Poeta y ensayista peruano nacido en Lima en 1911. Realizó estudios básicos en el Colegio Alemán de Lima y posteriormente ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos donde obtuvo la Licenciatura en 1932. Es uno de los más importantes poetas surrealistas de su país. Participó y contribuyó al enriquecimiento  de la cultura peruana, dirigiendo las revistas Las Moradas, la Revista Peruana de Cultura y Amaru.  Trabajó además como traductor para las Naciones Unidas y ocupó el cargo de Agregado Cultural de la Embajada Peruana en Roma. En 1977 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, en 1991 recibió un Homenaje de la Universidad de Salamanca, en 1995 Las Palmas Magisteriales, la Orden del Sol y el grado de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional. Entre sus libros publicados figuran: «Las ínsulas extrañas» en 1933, «Abolición de la muerte» en 1935, «Arriba bajo el cielo» en 1982, «Amago de poemas de lampo de nada» en 1984, «Ha vuelto la diosa ambarina»  en 1988, y «La poesía, los poemas, los poetas» en 1995. Falleció en el año 2001.

Extraído de A media voz]





Sirgadora de las nubes arrastradas de tus cabellos              
En el silencio alzado de dos mares paralelos 
Y cada limbo forjado con tus nuevas miradas 
Y cada esperanza libre de revolver  
Ciénagas y zarzales para hallar las perlas  
Cubiertas de siete palmas admirables de losanjes  
Otra cosa de no decirte arriesgada entre los azares 
Recocidos los temores renacidas las esperanzas 
Desplegadas las sonrisas desenvueltos los caireles 
Florecidos los dientes las lágrimas tintineantes 
Entre un crujir de fuego contra música de niña contra sueño 
Chirriantes las alegrías niña de verte y niña Entrechocando platillos suaves como manos 
Trompetas de óyeme que no respondo 
Bajo sombra de aves y cielos dorados 
Y lágrimas crecidas de llevar en su globo 
Los amorosos acordes de inaudibles alegrías 
Según un creciente rumor de olas de trapo
Entre pétalos grandes más que la estatura humana 
Y abejas libando en nuestros labios 
Así para no comprender un telón entre cada beso 
Agotados los mármoles para las palomas de la gracia 
Unos cipreses algo destinados al otro ciclo
Dando vueltas sin cansancio sin dejar caer la copa 
Un surtidor abanicado de brillantes 
Unos trompos rasgados mostrando las mareas de sus corazones 
Una seda hilada de la miel de tus labios
Unas aves extraviándose en tu cabellera 
Soporte del frío tu frente completo cristal
Y una nube tendida junto al silencio tembloroso 
Cadencia tras cadencia de párpados cerrados tras párpados
En las barcas balanceadas unas manos solitarias 
Despejadas las auras con aliento de los ríos 
Y otras manos líquidas para a tientas encontrarse 
Y algo como cabezas rodando por las escaleras 
Y algo como frutos subidos de círculo en círculo 
A los goces los arcoiris las brisas traspasando nuestras frentes 
Con cuidado cediendo palabras y levantando ríos 
Había tantos nidos de dulzura y silencio entre nuestras bocas
Entre nuestras manos tanto afán de arraigarse en una 
Se veía en tus ojos mejor el mundo 
Más grande y más pesado de lirios
Tendida como un sueño o una nube
Las ostras prendidas de las paredes de tu sueño 
Las perlas cayendo de tus manos como palabras 
Así te veo siempre abandonada en un litoral de risas 
Entre escarpas bañadas de nuestras monedas vacilantes
Más frágil niña más frágil que tu retrato en el agua
O que tú misma remontada a las nubes 
O que tú misma tendida en mis ojos
Las perlas del amor contadas por tus manos crecían como palabras 
O flores de tu árbol de risa
O silencios de tus manos cargadas de un mundo pesado de lirios Diafanidad de alboradas reflejas en múltiples espejos 
Deslumbre de músicas cubriendo la montaña como una alta arboleda 
Siguiendo su curso de agua naufragando un cielo en cada ensenada 
Rebatiendo los gorriones a las auras
Resonantes de cánticos de niño las ráfagas de ave 
Que limitan los estuarios de la pasión revelada 
En un júbilo de manos de insectos de aves
En un tañir de cuerdas y de cabelleras 
Roto el aire por muy fino 
Removiendo los planetas un ave con su pico
El cauce más límpido asegurando
A los ríos alzados irrumpiendo en el paraíso
Atravesado el océano de serpientes gigantes 
Por más vistoso pintarlo 
En las cuevas añorando 
Un poco de sombra contra tanta estrella
Como cae y llueve en toda la extensión 
O flota sobre las aguas
O camina por su interior
A veces se arremolinan sobre una mano de niña 
O de pronto silabean un anuncio de dicha
En el lomo del elefante
Abiertos en abanico los horizontes 
Que giran para abrir más el paisaje
Tenemos una luna tendida en la mar 
Otra mira desde su torre 
Los toros blancos arrastran
Media docena por los bulevares
Las calles cambian de dirección según su ánimo 
Jugando a algo como la rosa de los vientos
O la rosa del amor que se deshoja siempre 
Como una flor en revuelta y que no quiere morir 
Es decir acongojándose de pétalos hasta cubrir el universo 
No se sabe si es el silencio el que repica
O una niña que avienta sus sueños
Como cabezas el sembrador o anclas los aeronautas
No se sabe si es el tiempo un reloj de cuco 
O el cuco el que vomita el tiempo 
No se sabe cuál ciudad sea la verdadera 
La del aire o la del agua
No se sabe si la fruta cae al suelo 
O el suelo cae a la fruta
No se sabe 
Aunque más vale chocar lunas que platillos Si la dicha casi es una mano que se estrecha 
Y el aire un corazón que palpita
Si el viento se reseca como una hoja
Para que su canto no despierte a los niños 
Si el huracán se desmenuza en chasquitos de lengua 
Y la sangre no sabe más que susurrar 
En los oídos la pasión sosegada 
Oh qué alto el mundo eleva
La niña con su mano 
Por la pradera diminuta de una voz flotando en los aires
Con el peso liviano de los planetas lucidos por las flores 
Entre las enseñas de los días desarraigados y a la deriva 
Sobre una sucesión de mares labrados a maravilla 
Con el canto de las aves como cauce y lecho de las barcas 
Y la cola del pavorreal como nimbo de las más pequeñas cosas 
Los caracoles trasparentes las algas de porcelana 
Los dedos cercenados de los niños y los dedales nacidos
Bajo la corteza de los hongos entre los fangales
En la cabellera enredada de una niña en la vía láctea
En la entraña misma de la música pisando 
Con el sol contra nuestros pechos ahondando
Dejando correr la sangre como un río bueno 
Porque es la misma la que yo recibo y tu llevas 
Y las mismas florestas resuenan en nuestros gritos 
Y las mismas palomas reposan sobre nuestros ojos 
Y las mismas flautas nos recorren para establecer nuestro dominio 
Volviendo las lunas sobre los caseríos 
Y las serpientes sobre los bosques
Trayendo el cielo sobre nuestra ventura 
Salpicando su espuma nuestras playas
Los árboles febriles continuando su vida en nuestras venas 
Las alamedas inclinándose al compás de nuestros corazones
Tú como la laguna y yo como el ojo
Que uno y otro se compenetran
Tal el árbol y la brisa tal el sueño y el mundo 
De la noche cojiendo la profundidad y del día la extensión 
A qué cuevas huyendo contra tanto resplandor
Día que nunca te mueves cielo que por nosotros caminas 
Ríos que no sabéis herir y barcas que se agolpan en nuestras entrañas 
Las bocas flotan como signos del zodíaco
Los brazos se entrecruzan como flores sobre las aguas 
Las frentes siguen las corrientes y los ojos nada separan Es la gloria llameante que descansa en nuestros cuerpos 
Levantando sobre el combate atroz de la tiniebla y la luz
La enseña de la santa compañía y las miradas quietas 
Es la gloria caída a nuestros pies 
Es el triunfo llegado como un crepúsculo subterráneo 
Cambiando de estación en el corazón del azogue 
Como una rosa ahogada entre nuestros brazos
O como el mar naciendo de tus labios