jueves, 17 de mayo de 2012

DE LA FLOR DE AMOR Y DE LOS CABALLOS MIGRATORIOS por Robert Desnos


[Biografía de Robert Desnos aquí]


Había en el bosque una flor inmensa que iba a matar de amor a todos los árboles
Todos los árboles la amaban
En torno a medianoche los robles se volvían reptiles y reptaban hasta su tallo
Los fresnos y los álamos se inclinaban hacia su corola
Los helechos amarilleaban en su tierra
Y ella tan radiante más que el amor nocturno del mar y de la luna
Más pálida que los grandes volcanes apagados de ese astro
Más triste y nostálgica que la arena que se seca y se moja a merced de las olas
Hablo de la flor del bosque y no de las torres
Hablo de la flor del bosque y no de mi amor
Y si ella la demasiado pálida y nostálgica y adorable amada por los árboles y los helechos retiene mi aliento en sus labios es porque estamos hechos de la misma esencia
La encontré un día
Hablo de la flor y no de los árboles
En el bosque tembloroso por el que pasaba
Saludos mariposa que murió en su corola
Y tú helecho pudriente mi corazón
Y vosotros mis ojos helechos casi carbón casi llama casi ola
En vano hablo de la flor sino de mí
Han amarilleado los helechos en un sueño que ya se parece a la luna
Semejante es el tiempo preciso a la agonía de una abeja perdida entre un anciano y una rosa y también una perla
El cielo no está tan cerrado
Surgió un hombre que dijo su nombre ante el que se abren las puertas un crisantemo en el ojal
Es de la flor inmóvil de quien hablo y no de los puertos de la aventura y de la soledad
Uno a uno murieron los árboles en torno a la flor
Que se nutría de su muerte pudriente
Por eso la llanura se hizo semejante a la pulpa de los frutos
Por eso surgieron las ciudades
Un río se aduja a mis pies y queda a mi merced cordel de la salutación de las imágenes
En algún lugar un corazón deja de latir y la flor se alza
Es la flor cuyo olor vence al tiempo
La flor que por si misma ha revelado su existencia a las llanuras desnudas parecidas a la luna y al mar y a la árida atmósfera de los corazones dolorosos
Una pinza de un cangrejo rojísimo yace junto a la marmita
El sol proyecta la sombra de la vela y la llama
La flor se alza con orgullo en un cielo de fábula
Vuestras uñas amigas mías se parecen a sus pétalos y son rosas como ellos
Abajo se despliega el bosque murmurante
Un corazón que se para como un fuente se seca
Ya no es tiempo, ya no es tiempo de amar, vosotros que pasáis por el camino
La flor del bosque de esta historia que os cuento es un crisantemo
Los árboles han muerto los campos han reverdecido las ciudades han aparecido
Los grandes caballos migratorios piafan en sus cuadras lejanas
Pronto se irán los grandes caballos migratorios
Las ciudades miran pasar la manada por las calles resuena el empedrado al choque de sus cascos y a veces echa chispas
Los campos enloquecen por esta cabalgata
Ellos la cola a rastras por el polvo y los ollares humeantes pasan ante la flor
Largamente se prolongan sus sombras
Pero en qué se han convertido los caballos migratorios cuyo pelaje manchado era un prueba de angustia
A veces se encuentra un fósil extraño al excavar la tierra
Es una de sus herraduras
La flor que los vio florece todavía sin mancha ni flaqueza
Las hojas crecen en su tallo
Los helechos se inflaman y se inclinan en las ventanas de las casas
Pero los árboles en qué se han convertido
La flor por qué florece
¡Volcanes, oh volcanes!
El cielo se derrumba
Pienso en muy lejos en lo más hondo de mí
Los tiempos abolidos parecen uñas rotas en las puertas cerradas
Cuando un campesino va a morir rodeado de los frutos maduros del otoño del ruido de la escarcha que se desquebraja en los cristales del hastío ajado marchito como los ancianos de la era
Surgen los caballos migratorios
Cuando un viajero se pierde en los fuegos fatuos más agrietados que la frente de los viejos y se tiende sobre la tierra movediza
Surgen los caballos migratorios
Aparecen en un galope de frascos rotos y armarios chirriantes
Desaparecen en un hueco
Ni una sola montura ha mancillado su espinazo y su luciente grupa refleja el cielo
Pasan salpicando las paredes recién enjalbegadas
Y la escarcha crujiente los frutos maduros las flores deshojadas el agua estancada la tierra blanda de las marismas que se modelan lentamente
Ven pasar los caballos migratorios


Los caballos migratorios
Los caballos migratorios
Los caballos migratorios
Los caballos migratorios


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