lunes, 10 de septiembre de 2012

EL ABRAZO DEL OSO por Jorge Cáceres


[Su nombre verdadero fue: Luis Sergio Cáceres Toro (*Santiago 18 de abril de 1923 - †id 21 de septiembre de 1949) Poeta, artista visual y bailarín chileno, integrante del grupo surrealista Mandrágora. Tercer hijo, de un total de cinco, de Ernesto Cáceres Ramírez y de Sofía Toro Pérez. 

Hizo sus estudios iniciales en el Instituto Luis Campino y posteriormente los continuó en el Internado Nacional Barros Arana en Santiago de Chile. El 18 de julio de 1938, sin aún cumplir quince años, se integró a la fundación del grupo surrealista chileno Mandrágora, en un acto realizado en la Universidad de Chile. En esa ocasión Enrique Gómez Correa, Braulio Arenas y Teófilo Cid convocaron a la rebeldía perpetua del espíritu, pretendiendo forjar la vida como la más inesperada y asombrosa alegoría.

Del internado Barros Arana, sin terminar sus estudios secundarios, Cáceres se matriculó en la Escuela de Danza del Ballet Nacional de Chile, que dirigía, en ese entonces, el coreógrafo alemán, Ernst Uthoff. Después de unos años llegó a ser una de las figuras centrales de este ensamble clásico.

Conoció a Vicente Huidobro cuando sólo tenía 16 años. En los primeros períodos de la década del treinta, Huidobro influyó marcadamente en los jóvenes poetas chilenos, como propagador del surrealismo, ya sea, a través de su discurso alegórico o por los documentos vanguardistas que había traído de Europa, referidos a los trazados y manifiestos de este movimiento. Esta documentación circuló profusamente entre los adherentes de "Mandrágora", e influyó de manera notoria en Jorge Cáceres a quien lo estimuló a escribir sus primeros poemas y a hacer collages, fotomontajes y caligramas. Cáceres intervino, en 1941 y en 1943, en dos exhibiciones, con Braulio Arenas, en Santiago de Chile. Ulteriormente, expuso sus trabajos, individualmente, en la Galerie Bard de París, en 1948.

Falleció el 21 de septiembre de 1949, en su apartamento de calle Lira 314, en Santiago de Chile, donde vivía solo, al parecer de un accidente doméstico en el baño, que no quedó suficientemente aclarado y que podría tratarse de un ataque cardíaco o de un suicidio ya que el informe de la autopsia señaló: Toxemia aguda, intoxicación por inhalación de gas.

(Extraído de Wikipedia)]

La mujer de la campiña que bate cartas incomprensibles de juego al solitario hasta quemar el carbón de violeta
He ahí lo que deviene para mí la poesía
La música y las demás artes a tiro de fusil
Mientras que en el cuarto opaco comienzan a aparecer esos volantes azules que vienen a entorpecer un sentimiento vago de generaciones desaparecidas de pueblos gnomos arrastrando tras si el carruaje de la noche
Y tus ojos brillan en el puzzle del eclipse
Y un último batir de alas sale del bosque
Y está la casa de Braulio Arenas diseñada por Yves Tanguy
Sobre parapetos de polen que enciende tres lámparas de garganta de ibis con resplandores de murciélagos al fondo de la gruta
Revistiendo lechos con ropajes negros con ribetes azules de lomo de libro
La línea negra que se tuerce al fondo de tus ojos toma la forma de un abanico de filamentos incandescentes de estrella de mar
La línea negra el revólver azul y entre nosotros aparece el fantasma de Kleist
Una vuelta de tu cabeza hacia atrás pero tus ojos ven la línea recta
Sobre el musgo que acaba de nacer en los vidrios de mocatina
Con esa simplicidad a rebotar el balón con que las mujeres seducen a los hombres
El balcón se abre a la noche con un gesto de desafío
Y dos brazos negros toman su puesto en la esfera del reloj
Pero en la playa se ha escuchado el rumor de unos pasos
Y el impacto del bosque cesaba bajo los astros al fin del proceso del encantamiento
El balcón se cierra tras el paso del duende
Suspendido en la punta de una casa que parece haber sido un hotel a decisiones rápidas
En pleno siglo XVIII
Cortad la fecha maldita
Y el arco del amor está tendido entre dos toneles color de destreza
El cristal de las videntes ha hecho explosión
Y es por esa brecha por donde nosotros penetramos al bosque
Sin perder un cabello.


Alucinación transitoria, collage de Jorge Cáceres