Los pueblos de una comarca habitada por avutardas se quieren independizar del estado central y escogen como hecho diferencial la existencia del plumífero en su territorio. Pronto piden un referéndum de autodeterminación al poder central pero éste se lo niega al no estar contemplado en su ordenamiento jurídico. Entonces deciden internacionalizar el conflicto pidiendo ayuda a otras comarcas habitadas por avutardas, especialmente las de países ricos y poderosos, poseedores, además, de abundantes arsenales nucleares. Pronto diseñan una bandera con la efigie del ave y hacen planes para que su futuro ejército vista un uniforme de camuflaje inspirado en el plumaje de la avutarda. La facción nacionalista más radical contacta con la secta de los avutardianos para que les ayuden a abandonar el lenguaje humano, ominosa jerga usada por el despotismo centralista, y adoptar una lengua basada en los graznidos de las avutardas. Asimismo se acuerda celebrar las fiestas de guardar o bien un día antes o bien un día después que el estado central como respuesta a la globalización uniformizadora.
Entretanto, la avutarda, ajena al fervor nacionalista de las comarcas humanas que habita, observa todo desde la lejanía del llano.
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