martes, 13 de febrero de 2018

AVISTAMIENTOS DE AVUTARDAS (XXIV)


Cuando llega el carnaval al áspero páramo los animalillos se disfrazan de otros animalillos. Hace unos años los lobos y los gamos intercambiaron disfraces, en lo que fue una treta de los hambrientos lobos para darse un banquete. Ni que decir tiene que los naturalistas se quedaron perplejos cuando vieron algo tan inaudito como gamos que devoraban lobos. Los ecologistas en seguida lo achacaron al cambio climático. La prensa, por su parte, responsabilizó a la injerencia rusa.

Este año los topillos se han disfrazado de avutardas y las avutardas de topillos. Por supuesto, como los topillos son de un tamaño muy inferior al de la avutarda han tenido que meterse al menos una docena en cada disfraz de avutarda. Las avutardas por su parte han solucionado el problema del tamaño disfrazando de topillo a sus polluelos. Ya se sabe lo mucho que disfrutan del Carnaval los más jóvenes. Y como esto ha hecho que la comarca donde habita la avutarda se llene de falsos topillos y el feudo del topillo se llene de falsas avutardas, las dos comarcas antagónicas están al borde de la guerra pues se acusan mutuamente de pretender borrar del mapa las señas de identidad del otro.

Este cambio de papeles también ha acabado por ponerse de moda entre los seres humanos. Así, el pasado Carnaval los narcotraficantes se disfrazaron de policías y los policías de narcotraficantes, lo que dio lugar a escenas insólitas: narcos deteniendo a agentes del orden por doquier. Este año los obispos se han disfrazado de boyscouts y los boyscouts de obispos. No es difícil adivinar cómo ha acabado el evento.